Después de unos cuantos años intensos al frente de Exploded View, Annika Henderson regresa con su segundo LP en solitario dejando bien claro como la espera de más de 10 años desde que viese la luz su debut ha merecido la pena. Echando la vista hacia atrás, hay recordar como en 2010 pudimos disfrutar de un disco homónimo donde nos ofrecía unas canciones totalmente sugestivas muy asociadas a la cold wave. A través de cajas de ritmo cortantes y momentos donde los ritmos apelaban hacia esa otra cara del morotik que no tiene que estar marcada por desarrollarlo todo a piñón fijo, la artista establecida en Berlín dejó claro como ante todo su música gozaba del encanto de lo casual, lo imperfecto y los estados de ánimo melancólicos. Pues bien, en este nuevo trabajo no nos vamos a encontrar estos elementos potenciados, sino que más bien resultan disueltos de buena forma en canciones de estructuras y voces más vigorosas. Así es como hacen acto de presencia ciertas influencias cercanas al trip hop, no cerrando al mismo tiempo la puerta a ese magnetismo tan atractivo que posee todo el aparataje sintético de sus composiciones.

Sumergiéndonos a fondo en estas canciones, desde un primer momento vamos a ver como aparece un tono más esperanzado respecto a todo lo que nos encontramos en sus primeros temas, brotando una mayor fortaleza relacionada con todo lo que implica no dar la espalda a la forma en la que todo se transforma a nuestro alrededor. Sin ir más lejos el tema que da título al trabajo puede ser el resumen perfecto de esta nueva etapa de Anika, logrando un tema elegante y que apela al no cerrar ninguna puerta que se cruce en nuestro camino. Haciéndonos ver rápidamente como no todo será un camino de rosas en este disco, también merece la pena destacar otra vertiente más relacionada con los detalles industriales que pueblan la música de Exploded View, liberándolos en pequeñas dosis presentes de forma certera a través de composiciones como ‘Naysayer’ o una exaltada ‘Freedom’ que refleja su pasión por un mayor enfoque de música de club crispada. Así es como se va a abriendo un abanico de posibilidades que apela a mayores dosis de misterio y bucles mentales que acechan a la vuelta de la esquina.

Sin olvidarnos tampoco de la cara más integradora del disco, aquella donde encuentra el punto intermedio entre todo lo cortante de sus composiciones y la capacidad para que puedan resultar hipnóticas, temas como ‘Sand Witches’ se repliegan certeramente sobre un abanico de sonidos modulares que se amoldan al formato de spoken word mostrado. A través de este tipo de recursos es como logra construir las narrativas más convulsas del trabajo, posibilitando mezclar estampas difusas que se superponen a recuerdos donde la desesperación es la protagonista. En este apartado tampoco se queda atrás una ‘Rights’ donde saca a relucir una mayor potencia sonora, todo ello gracias a intentar que las texturas presentes giren hacia lo asfixiante. Por ello, seguramente en este tema es donde se logra reflejar el clímax que se ha ido forjando a lo largo del disco, encontrándonos ante un intercambio de energías opuestas de lo más revelador y que sirve para ejemplificar como en la música de Anika conviven pulsiones muy diversas.