La banda comandada por Audrey Kang sigue dejando constancia de su particular habilidad para transitar por los terrenos del dream pop más reposado aportando todo tipo de detalles a sus melodías candentes. Con dos discos en su haber hasta la fecha en los que supo combinar un cierto componente ambiental sintético junto con algún que otro pico de intensidad noise, ahora llega la confirmación definitiva de como el grupo ha encontrado una señas de identidad aún más marcadas. Todo ello se produce gracias a un giro mostrado sin complejos hacia la cara de la canción americana que Hope Sandoval ha sabido desarrollar a las mil maravillas durante estos años, condensando al mismo tiempo su poder de sugestión en fragmentos instrumentales donde lo progresivo y contemplativo siempre resulta la vía de escape perfecta. El hecho de contar en esta ocasión con un sonido que esquiva más que nunca los teclados también propicia una nueva concepción a la hora de dibujar las atmósferas que pueblan los temas, evidenciando como no todo va a ser lisergia en su música.
Como bien se apunta en el título del trabajo, estas canciones están fuertemente influenciadas por todo lo sugerido de los cielos del noroeste del Pacífico, encontrando la suficiente inspiración para ofrecernos un viaje que se aleja de la extrema introspección recogida en sus anteriores referencias. De esta forma, los relatos presentados por Audrey poco a poco escapan al plano puramente personal para brindarnos un cúmulo de reflexiones con las que contemporizar los momentos más recientes de nuestra vida, todo ello aupado por un sonido que a pesar de resultar de lo más arropado por una tenue amalgama de guitarras, también deja espacio suficiente a una bruma de fondo que lo acerca a una concepción más DIY. Solo así es posible que composiciones como ‘The Right Thing Is Hard To Do’ suenen completamente depuradas en todo lo arreglístico y al mismo tiempo nos puedan dejar ante la agradable sensación de comprobar como están apareciendo muchas más texturas inesperadas en un segundo plano.
Sin perder de vista una concepción más entregada de su música, mecida por una mayor electricidad con la que tratar de lograr un particular despertar de nuestro interior, el disco cuenta también con momentos donde la calma tensa se atisba desde lejos como bien ocurre en ‘I Like Awake’. Esta canción de hecho se puede interpretar como el punto álgido del trabajo, generado que sirve para dar salida a los sentimientos marchitos de buena parte del disco. Sin ir más lejos ‘September Song, pt. II’ puede ser el tema que mejor recoge esa forma de sentir como algunas cosas se alejan para siempre, suavizándolo todo a través de pequeños leimotivs melódicos que actúan de una forma cíclica hasta lograr crisparlo todo en uno de los momentos de mayor caos a bajo escala. Incluso cuando también hace acto de presencia la cara totalmente acústica del grupo como ocurre en ‘Reprise’, tampoco podemos pasar por alto una cierta visión liberadora sobre dejar atrás nuestro paso por muy apesadumbrada que suene la voz de Audrey.


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