Alex Montenegro cumple con creces en su LP debut todo lo esperado de su propuesta, ya que continúa con las buenas sensaciones dejadas alrededor del pop tímido y ambiental presente en Bus Dream, su notable EP debut publicado en 2019. Un par de años más tarde nos llega su nueva referencia donde gira más hacia el folk aterciopelado y la inspiración en todos aquellos pasajes donde las guitarras suenan de la forma más expansiva posible en el trasfondo de los temas. Jugando en todo momento con los estados de ánimo difusos, aquellos que determinan los días más extraños y al mismo tiempo más reveladores de nuestra vida, la artista es capaz de ir enarbolando unas canciones repletas de momentos vitalistas. Al mismo tiempo logra que reluzca al máximo el enfoque minimalista de su propuesta para así propiciar que estemos ante un trabajo de esos que calan hondo a base de poder reconocer firmemente que es lo que está sonando. Sin trampantojo y con buena orfebrería lírica para identificar situaciones que causan dudas, la forma en la que Alex tiene de desgranar lo que la rodea está muy relacionada con renunciar a cualquier tipo de filtro o metáfora.
Encontrándonos ante unos temas que se recrean en los medios tiempos y todo lo que supone lograr elaborados puentes entre estrofas, composiciones del estilo a ‘Always’ pueden suponer un buen resumen de todo lo que quiere lograr la artista en este disco. Desde ese formato de cercanía en los relatos hasta esa necesidad de evidenciar como lo sugestivo del plano instrumental refuerza los escenarios que se pretenden reconstruir en su música. Todos los detalles cuentan a la hora de conseguir que sus canciones apunten hacia un lado completamente liberador, muy relacionado con dejar fluir los sentimientos más amargos que encerramos sin darnos cuenta. Incluso cuando sus temas se reducen a la mínima expresión como es el caso de ‘Remember’, al final la forma brumosa que reside en la ejecución de su música nos guía hacia ese estado de bienestar interior que produce el poder contextualizar nuestros recuerdos. Un efecto totalmente apaciguador que se producirá durante buena parte del disco.
Sin olvidarse tampoco de como es capaz de hacer que las canciones ejecutadas desde el piano también posean el poso resonante del resto del disco, temas como ‘Swim’ se van abriendo poco a poco hacia un bonito apartado relacionado con tratar de descubrir ciertas facetas personales que pueden llegar a ser importantes en nuestras vidas. Así es como proyecta un viaje interior que al final acaba involucrando a más personas y que resulta bien mecido por algún que otro recurso más relacionado con la música tradicional americana. Con más ejemplos acerca de cómo es capaz de moverse en unas canciones de envidiable sencillez y discurrir ligero, ‘Sapling’ se presenta como otra pieza donde las respuestas llegan sin buscarlas, encontrándonos de nuevo ante lo agradable que resulta el country ejecutado desde un plano en el que no es el protagonista. Todos estos matices hacen que una sola escucha del disco no sea suficiente para darse cuenta de la mayoría de rincones donde Alex ha ido depositando pequeñas perlas, pudiendo sentir de lleno como en su música hay muchas más texturas de las que en un primer momento se pueden intuir.
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