Pinkshift irrumpieron hace un par de años con unos primeros singles con los que enseñaban los dientes en todo aquello que implicaba destapar episodios de opresión de todo tipo, tirando para ello de un formato de canción punk con un corazón puramente pop. Desde esa forma de rebajar deliberadamente los ritmos más pesados de los temas, hasta esa necesidad de encontrar siempre giros bastante relacionados con la potenciación de estribillos puramente melódicos, intuíamos que eran una banda de lo más habilidosa a la hora de encontrar conexiones entre mundos musicales algo heterogéneos. Todo esto por supuesto que va a estar presente en este LP debut, solo que más llevado al extremo para que las canciones funcionen en aquellos terrenos donde es precisa una llamada a la acción.
A pesar de ello, no hay ningún tipo de actitud panfletaria, sino todo lo contrario, ya que partiendo de la experiencia personal ensamblan las narrativas de sus temas para que puedan ser juzgadas de la forma más abierta posible. Precisamente el tono confesional que desprende buena parte del disco es uno de los mejores ganchos posibles, ya que Ashrita es la que nos cuenta en primera persona las ansiedades provocadas por las barreras tecnológicas contemporáneas, los estímulos visuales que enmascaran un apartado mucho más oscuro o los comportamientos sociales en masa que noquean todo lo que sea minoritario.
Buceando a fondo en este disco, en todo momento vamos a encontrarnos como el grupo pone la directa hacia esa necesidad de purgar sensaciones convulsas a base de describir pormenorizadamente los motivos que los han conducido hacia ellas. Sin ir más lejos ‘cherry (we’re all gonna die)’ es un ejemplo claro de todas las fases volcánicas que podemos atravesar cuando intuimos que juegan con nosotros, encontrando de nuevo en las texturas grunge pasadas de revoluciones el mejor antídoto para saciar esa necesidad de tomar medidas más drásticas.
Como si se tratase de un decálogo de sonidos noventeros bien afilados y sometidos a la vertiginosidad propia de unos años que no nos están concediendo ningún tipo de respiro, las canciones de Pinkshift redefinen de buena forma los juegos de poder que se dan en cualquier tipo de relación poco balanceada, llegando todo esto de una forma bastante directa como bien ocurre en una ‘Cinderella’ que va claramente de menos a más. Recurriendo también a los pasajes más desesperados a medida que nos acercamos a la recta final del disco, canciones como ‘Burn The Witch’ no ocultan en ningún momento la absoluta desesperanza que intenta ser fragmentada en el apartado instrumental con un ímpetu extra.
Es aquí donde ya no ponen ningún tipo de freno en cuanto al desarrollo de las canciones, buscando adquirir más y más velocidad para que el vértigo que provocan las acciones descritas en el tema se lo pueda llevar todo por delante definitivamente. De esta forma atrevida Pinkshift no se quedan nada en el tintero, confirmando como en su LP debut han potenciado sin lugar a dudas su cara más lanzada a abordar las circunstancias generacionales de la forma más cruda posible, aquella donde hay que dejar definitivamente los anhelos personales de lado para combatir todo tipo de ansiedades que ni nos habíamos planteado que existían.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.