Dos de las mayores figuras que nos han deparado grandes momentos dentro de la canción americana y el pop psicodélico en la última década han unido fuerzas para lograr uno de esos discos que suenan emocionantes desde la primera escucha. Estamos hablando de Jeremy Earl y Glenn Donaldson, dos amigos unidos por un vínculo creativo realmente extraordinario tal y como nos lo demuestran en este LP debut de Painted Shrines. Evidenciando como su experiencia a la hora de guiar los temas por los caminos de la brillantez melódica, las guitarras que buscan siempre un punto luminoso y esa capacidad para forjar letras donde lo abstracto pero alentador marca la pauta, el conjunto de canciones presentado se adecúa muy bien a los primeros pasos de Woods, eso sí, limando asperezas en cuanto a lo brumoso de las atmósferas propias del grupo en sus inicios. Seguramente esa forma de encarar las canciones a través de ritmos decididos, buen uso de pedalera y alguna que otra inclusión hacia una experimentación relacionada con capturar sonidos de fondo y distorsiones sea lo que logra capturar de lleno nuestra atención a las primeras de cambio. Unos ingredientes que nos garantizan un trabajo perfecto para dar la bienvenida a la primera y sentir una vez más como todo lo que toca Jeremy Earl siempre está cargado de atractivo y emoción a partes iguales.
A lo largo del LP vamos a encontrarnos ante canciones que siempre indagan en el cúmulo de escenas contemplativas que acaban teniendo más protagonismo del sospechado en nuestras vidas, todo ello bien unido a un simbolismo que parte de la naturaleza y se acaba encaramando a los momentos vitales que precisan ser recordados, bien por su belleza o por ponernos contra la espada y la pared. Arrancando el disco con ‘Saturates the Eye’, la pieza marca la senda de como el paso del tiempo hace mella en nosotros pero nunca mina nuestras ganas de descubrirlo todo como si fuese la primera vez. Así es como logran imprimir al tema una gran sensación de plenitud, encontrando al mismo tiempo recursos de fondo un tanto fuzz que aportan el nervio preciso para que el tema llegue aún más adentro. Jugueteando con esa forma de esprintar en los temas que tan bien conocemos de Woods, más canciones con las que alcanzar un estado de extraña euforia llegan con una ‘Heaven and Holy’ que recoge precisamente la esencia de todo lo que supone este trabajo, muy relacionada con encontrar cualquier tipo de escapatoria en nuestro día a día aunque no sepamos a ciencia cierta donde nos puede llevar. Por el camino, todas estas ideas resultan aderezadas con pequeños tracks instrumentales donde dejar volar la imaginación y ejecutar un diálogo entre guitarras totalmente disfrutable. Desde la inicial ‘Panoramic’ hasta otros momentos aún más introspectivos como los presentes en ‘The Bcz’, todo queda suspendido en el aire apelando al virtuosismo de los dos músicos.
Teniendo la sensación de como el disco poco a poco se va cargando de una mayor electricidad y se adentra en compases con los que intentar discernir todo lo que ocurre en mitad de los pensamientos más convulsos, la placidez presente en composiciones como ‘Painted Shrines’ o ‘Gone’ da paso a un tono mucho más serio y con la vista puesta en asimilar ciertos recuerdos que siempre acaban volviendo. De ahí que ‘Fool’ emerja como una pieza revulsiva en el disco con la que intentar amortiguar los momentos de caída personal. Tampoco se queda corta la maravillosa ‘Moon Will Rise’ imprimiendo esa necesidad de comprender como en todo momento tenemos que ser conscientes de las amenazas que nos rodean, tratando de ser lo más determinantes posible. Dejándonos al mismo tiempo con unas guitarras que caminan con paso decidido a través de un formato de americana más árido y menos colorido, este tema evidencia como el trabajo también esconde un trasfondo relacionado con no dar la espalda a los demonio personales. Así es como se cierra una recopilación inmejorable de piezas destinadas a permanecer en nuestra cabeza durante mucho tiempo, gozando de la naturalidad, sencillez y al mismo tiempo invitación a disfrutar de las pequeñas cosas que nos presenta la vida.
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