Maria BC nos impresionó el año pasado sobremanera con Devil’s Rain, un EP donde llamaba la atención como lograba construir unas canciones de rock huidizo y lleno de significados ocultos partiendo puramente desde la suma de capas de lo más ambientales. El hecho de lograr que sus canciones nunca contasen con una definición precisa en lo melódico, y que se moviesen a través de tímidos punteos que ejecutados de forma cíclica ayudaban a construir un clímax tan cálido como extraño, propició que definitivamente todos estos temas nos atrapasen a las primeras de cambio. Pues bien, ahora en su LP debut Hyaline va más allá logrando destacar todas estas características, pero también ahondando más que nunca en la introducción de arreglos sutiles y abundantes que ayudan a que en el trasfondo de las canciones siempre estén pasando muchas cosas.
Reforzando también más que nunca el poder lograr que el carácter sugestivo de sus letras nos lleve hacia pasajes más concretos, la forma de afrontar este trabajo está muy relacionada con intentar sumergirse en situaciones más universales que las del EP para evidenciar como a todos nos une la forma en la que nos sobrepasan las grandes cuestiones globales. Con una forma de procesar el dolor bastante relacionada con la necesidad de disolverlo todo a través de los cambios personales, canciones como ‘The Only Thing’ evidencian ese poso de saber esperar que debemos conservar siempre en nuestro interior. Todo esto se completa de la forma más bella posible con unas modulaciones vocales que ponen de manifiesto una vez más la importancia de sentir que la voz puede resultar el instrumento más importante en el apartado creativo.
A medida que vamos avanzando en el disco nos podremos dar cuenta de como para nada este trabajo se limita a un cúmulo de estados de ánimo abatidos, sino que también sabe como transformar el espectro de emociones decaídas en situaciones donde las reflexionar arrojan un cierto impulso trepidante con el que remover sobremanera pensamientos que teníamos un tanto interiorizados. Así es como ‘Keepsakes’ hace acto de presencia como un punto de inflexión del disco, incorporando nuevas librerías de sonidos que ayudan a encontrar una inesperada huida hacia adelante. De este modo es como transita entre la languidez con la que se perciben ciertos recuerdos y el valor necesario para reconfigurar ciertas aspiraciones vitales que considerábamos enterradas. Todo esto se puede acentuar aún más con composiciones como una ‘Betelgeuse’ donde logra equilibrar de forma brillante el moverse entre la incertidumbre que nos rodea y el no cesar en su empeño de dejar huella en las personas que se encuentran a su alrededor.


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