El trío de Seattle ha logrado ir más allá en todo lo que supone lograr una música profundamente sugestiva, donde los matices propios del surf pop resultan delicados y cuidados al máximo. Después de entregarnos en 2018 Floating Features, un disco donde abrazaban más que nunca una cierta concepción psicodélica que desnaturalizaba ligeramente su propuesta, en su más reciente disco homónimo no han dudado en regresar al formato de canciones con las que despuntaron sobremanera en sus inicios, apostando eso sí por ampliar el abanico de posibilidades hacia nuevos terrenos como el jazz o incluso el ambient. Comprobando como de forma concienzuda se han encargado de que los ritmos candentes del bajo cobren de nuevo un gran protagonismo, este conjunto de canciones destaca más que nunca por el dinamismo mostrado en ellas, logrando que las diferentes transiciones que experimenta del disco resultan de lo más acertadas y propicien que ese estado de placidez eterna que posee su música resulte la máxima del disco. Al mismo tiempo, también podemos intuir como en el plano lírico el grupo se decanta por aferrarse a historias no tan etéreas, sino que brotan de una observación cotidiana que puede resultar bastante común para el oyente.
Comenzando fuertes con ‘In The Country’, sentiremos como son las mejores en todo aquello que supone generar un cierto suspense. A través de recursos propios de la música western, pero puestos al servicio de esa forma de divagar entre atmósferas algodonosas propia de artistas como Hope Sandoval, la banda es capaz de ofrecernos incertidumbre en cada rasgueo de sus guitarras, pero al mismo tiempo también encontrar alivio en todo lo que implica alcanzar estribillos tan rotundos como los de ‘Goodbye Ghost’. Al mismo tiempo tampoco se olvidan de dar una mayor rienda suelta a todo lo que implica lograr melodías que se superponen y encontrar de este modo una mayor ligereza en todo lo presentado, haciéndonos ver como no tienen miedo a romper la serenidad que por lo general siempre impregna sus composiciones. Sin olvidarnos tampoco del tratamiento tan orgánico de los arreglos que han otorgado a estas canciones, se puede afirmar que el mayor componente atmosférico del disco queda en esta ocasión a merced de unos teclados vivaces que sacan el mejor partido a la música americana de salón.
Desgranando las mayores sorpresas que aparecen en el disco, no vamos a poder pasar por alto la concepción de rock espacial que otorgan a ‘Metal Man’, sintiendo como La Luz se han atrevido a hacer muchas cosas nuevas en este trabajo. Sin embargo, la forma de lograr que sus temas se acaben encerrando en un estado de suspense eterno sigue de lo más presente, ya que en ‘Lazy Eyes and Dune’ o ‘Down the Street’ logran conducir el disco hacia aquellos territorios donde los coros resultan susurrantes y cada pequeño giro melódico nos conduce hacia algo incluso aún mejor. Del mismo modo, el tramo final del trabajo resulta una oda a esa forma de hacer canciones que siempre parte de la serenidad para explorar al máximo los entresijos propios de las guitarras más lánguidas, las voces que parecen provenir de una galaxia lejana y esa forma de sentir como siempre podemos pisar a fondo el freno en nuestras vidas aunque parezca que no. Afortunadamente en ‘Here on Earth’ nos recuerdan que siempre quedará espacio para volver a encontrar la paz deseada y aislarnos de nuestro ruido interior.
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