El cuarto trabajo de Nacho Ruiz al frente de Nine Stories supone una obra de carácter atemporal, cuidando todos los detalles al mismo tiempo de conservar la inherente espontaneidad en sus melodías. Enfocado a través de una esencia pop, que brota de una forma libre a través del imaginario ensoñador similar al de grupos como Big Star o The Carpenters, Cinéma Vérité esconde unas canciones que huyen de grandes ambiciones para convertirse en un fiel reflejo de todo lo que esconden los recuerdos más apacibles. De este modo, la instrumentación no busca alardes de grandeza, sino que sirve para construir sensaciones coherentes, arrojadas a un espacio emocional concreto fielmente capturado en el trabajo. Buen ejemplo de todo ello podría resultar ‘A Dream That Never Was’, el tema de mayor duración del disco, repleto de suaves giros del guion que se va avanzando de forma decidida entre todo aquello que no pudo ser.
Seguramente una de las grandes virtudes del trabajo resida en encontrar la perfecta variedad entre sus temas, sin renunciar al hilo conductor que supone arreglarlos entorno a un mismo ambiente. El uso de elementos clásicos, junto con las leves pinceladas electrónicas ofrecidas en canciones como la inicial ‘Low Sun’, generan un entorno muy recogido, ideal para girar alrededor de historias generacionales a medio camino entre los sucesos de salón más personales y la perfecta contextualización de nuestros días. La capacidad para abrir el trabajo al público, cuando en realidad se trata de un conjunto de piezas desarrolladas de forma muy particular, demuestra el carácter universal del pop más barroco. Todo esto se puede entender a la perfección en momentos del disco como ‘Time Travels at Lightspeed’, avanzando a golpe de metrónomo como si se tratase de un trayecto en tren a través de etapas puntuales de la vida.
Sin perder la cara a la forma afable de afrontar todo lo que se presenta, ‘Everything Politics’ esconde un análisis social más contemporáneo, logrando pequeños saltos en forma de acordes de piano para adentrarse en un apartado de mayores preocupaciones. Sin embargo el trabajo no está conformado para generar dosis de ofuscación, sino todo lo contrario, por lo que la forma concreta de afrontar este tema no podía llegar de otra manera. Siendo consciente de la capacidad para colorear los temas mediante múltiples melodías que pueden aparecer de un momento a otro, la sensación de estar ante un disco de lo más redondo también aparece en el tramo final del trabajo con canciones como ‘Renoir Retiro’, enrevesándose en el apartado más clásico posible para hacernos pensar si Burt Bacharach ha sido el productor del trabajo. En definitiva, sensibilidad y un sentido de belleza musical no entendida como algo brillante, sino puesta al servicio de todo lo sugerente que pueden llegar a tener las melodías.
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