Hibernales regresan con un segundo LP cuatro años después de la publicación de su debut Un Corazón Con Pelos, consiguiendo de nuevo un conjunto de canciones que se expanden hacia los pensamientos interiores. Letras que se enredan en aquella parte del amor muy relacionada con la intimidad del día a día y el énfasis por conseguir estrofas, que partiendo de sentimientos de lo más universales, logran crecer hacia un estado de felicidad básico. Todo ello llega acompañado por unas coordenadas musicales similares a las del primer disco, solo que la parte electrónica más difusa que Eloy practica con Gúdar, gana un protagonismo mayor para aportar un mayor efecto sorpresivo.
Las catorce composiciones que nos presentan en este Tu Casa, Mi casa, guardan relación con una etapa vital de gran madurez, donde el círculo de personas importantes en tu vida se acaba reduciendo. De este modo, en la mayoría de canciones el romanticismo entra de lleno, expresándose sin ninguna ornamentación añadida más que todas aquellas divagaciones que surgen entorno al mutuo sentimiento de cariño por parte de dos personas. Temas como ‘Derechos Al Amor’ o ‘Quédate’, reflejan muy bien la forma en el que el ingenio del dúo brota a través de la cercanía a todas aquellas cosas, que sin darnos cuenta, definen de la forma más sincera a la persona a la que quieres. Más de esta expresión honesta y confidente del amor, llega en ‘Gente Normal Rara de Encontrar’, combinando un tono jovial que se entremezcla de buena manera con la anarquía de las cajas de ritmos.
Situándonos en un contexto más lejano al plano puramente amoroso, el contagio de todas aquellas cosas inexplicables que causan bienestar, adquieren también protagonismo. Así nos encontramos con canciones como ‘Luces Rándom’ y la libre circulación de ideas que da lugar a estrofas tan interesantes como Imaginación es lo que hace ruido y no se ve. Una especie de subconsciente creativo que aflora de la forma más espontánea posible, recreando situaciones y estados que se normalizan frente al paso de los días, apareciendo canciones como ‘Que Parezca una Broma’ muy al estilo a lo que nos tienen acostumbrados Doble Pletina. También merece la pena destacar la forma en la que convergen ciertos simbolismos con lo sentimental, reflejándose en ‘La Fuerza Centrípeta’ y la física que rige el corazón.
La expresión de pop costumbrista que grupos como Nosoträsh supieron popularizan a principios de los 2000, se encuentra muy presente a lo largo del disco, extendiéndose a través de sonidos más cristalinos como ocurre en ‘Aproximadamente un Minuto’. A través de esta puerta nos encontramos con otro de los grades móviles del trabajo como es la distancia y el hogar, no solo reflejándose en su título, sino planteándose como aquella porción de tiempo y espacio asociada al lugar al que se haya quedado anclado tu corazón. Un bonito nexo que al final converge en la forma de desarrollar una vida llena de felicidad, ejemplificando todo esto en la emocionante ‘Por Amar’, donde todos los elementos que nos emocionan a lo largo del disco se concentran de una forma muy precisa.
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