La artista francesa demuestra cómo no ha decidido apostar por la fórmula de su tan exitoso debut homónimo publicado en 2012, logrando un trabajo repleto de matices donde el carácter psicodélico vuelve a estar más que presente. El grave accidente que sufrió en 2017, del que nunca se dieron detalles, retrasó forzosamente este nuevo trabajo, algo que sin lugar a dudas ha merecido la pena en base a lo exuberante que resulta cada una de sus canciones. Podríamos decir que todas ellas siguen un patrón realmente disperso, tanto entre ellas como dentro de un mismo tema, ya que suceden un montón de giros agradables según transcurren los minutos. Lo que en un principio nos podría parecer un auténtico caos como sucede en la inicial ‘Cross My Heart’, poco a poco va adquiriendo sentido en base a las texturas planteadas, todas ellas muy relacionadas con pilares como son la chanson francesa en formato blanco y negro junto con un rock de gran tendencia lisérgica. Lo bueno de este conjunto de canciones es que aunque en un primer acercamiento tengan una apariencia de lo más enrevesadas, es que al final todas se simplifican en un formato de pop de lo más susurrante, donde los vientos aportan el toque evasivo definitivo.
El recorrido iniciado con ‘Cross My Heart’ se simplifica rápidamente con ‘Breathe In, Breathe Out’, la canción con más alma de single de todo el trabajo, reflejando muy bien esa forma que tiene la artista para sacar a relucir un preciso contraste entre dulzura y desesperación. La capacidad del tema para avanzar integrando desde las guitarras que aparecen por el camino hasta los pequeños interludios en los que todo se reduce al mínimo, refleja como la aparente disparidad de sonidos no es un inconveniente para que todo acabe adquiriendo la completa sensación de coherencia. De una forma más extraña, donde el rock de corte progresivo también tiene cabida, llega ‘Desert House’ apuntando de nuevo a la diversidad. Sacando el máximo provecho posible a todo lo orgánico que posee el tema, la canción poco a poco entra en un estado de alteración que nos pone en mente esos momentos de los Yeah Yeah Yeahs más histriónicos para desembocar en una auténtica maraña de voces e incluso algún que otro guiño a elementos arábigos. Un panorama que aunque parezca algo caótico logra que cada pieza adquiera completo sentido.
Transcurrida lo que podríamos considerar como la primera mitad del trabajo nos adentramos en las tres canciones finales que hacen despegar completamente al trabajo. Como gran bastión de la influencia totalmente afrancesada y sensibilidad a la hora de escoger los elementos que deben de mecerse en torno al apartado melódico, ‘Quand Les Larmes D'un Ange Font Danser La Neige’ se descubre a lo largo de sus más de siete minutos de duración como el tema que más fácilmente recordarás de todo el trabajo. En él se demuestra como las ideas melódicamente más simples se pueden embellecer hasta límites insospechados, intentando al mismo tiempo no acumular detalles en vano. A continuación ‘Visions of Someone Special, On a Wall of Reflections’ se encarga de explorar un lado más espacial que aunque lo habíamos intuido en otros puntos del trabajo no acababa de aflorar por completo, sacando a relucir efectos sintéticos que hasta el momento no se habían planteado. Para cerrar de una forma más dinámica y dejar definitivamente claro como las canciones no se amoldan a ningún tipo de patrón mínimo, ‘Shirim’ se sustenta en lo que viene a ser una pieza de baile rota, alcanzando de este modo el único apartado que quizás no había tocado el resto del trabajo.


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