Tras un hiatus de unos 8 años, los británicos Pram regresaron a la actividad en directo hace un par de años, siendo conscientes que la consecución de un nuevo trabajo era algo que estaba en el horizonte. Con Matt Eaton, Sam Owen y Rosie Cuckston a la cabeza, el grupo ha logrado emerger una vez más a través de un trabajo que vuelve a condensar un gran número de estilos, todos ellos manejados a través de su particular carácter telúrico. Y es que la sensación que nos desprende este nuevo trabajo de los británicos es la de un grupo incansable a la hora de lograr atmósferas distantes y extrañas, poniendo siempre empeño en ofrecernos una visión de lo más cinematográfica de sus temas. Si The Moving Frontier, el último disco que publicaron antes de su parón, quizás resultaba más amable al oído debido a influencias de corte más caribeño y jazzístico, en este nuevo Across the Meridian logran ofrecer una visión más oscura y relacionada con lo desconocido. La alternancia de temas instrumentales y vocales ayuda sobremanera a lograr este buen efecto, siendo también conscientes de aquellos momentos en los que hay que arrojar algo de luz sobre su propuesta para no asfixiarla.
La concepción de este trabajo toma sus bases en un conjunto de sonidos orgánicos ejecutados huyendo de la monotonía, tratando al mismo tiempo lograr una sensación de continuidad a través de un trasfondo constantemente en tensión. Esta técnica por momentos nos recuerda a la utilizada por compositores de bandas sonoras de los 60 y 70 como Lalo Schifrin o Sven Libaek, intentando que en todo momento se produzca una alternancia entre el protagonismo de la parte más melódica de los temas junto con toda la bruma que esconden de fondo. Así es como se crean canciones de lo más interesantes como es el caso de ‘Electra’, brotando un sonido capaz de recrear a la perfección todo lo relacionado con las ondas de radio captadas desde un lugar remoto. Un efecto translúcido que también guarda su relación con esa forma que tenían Broadcast para conseguir canciones sin sobresaltos, totalmente inmersivas y capaces de localizarse en escenarios muy distantes. A esta faceta le tenemos que unir una gran capacidad para desarrollar situaciones bastante propias de garitos humeantes como ocurre en ‘Ladder to the Moon’, encontrándonos con los momentos más disfrutables del trabajo.
Atendiendo a la parte que podríamos considerar como más exuberante del disco, llega un mayor protagonismo de las percusiones y sonidos casi cercanos al kraut pero introducidos de una forma más áspera. Buena muestra nos la encontramos en ‘Thistledown’, una canción que parece que se va difuminando desde su inicio pero que en realidad se está preparando para una descarga mayor. La combinación entre los aires propios de un carnaval grotesco junto con momentos de prácticamente silencio angustioso captura muy bien el espíritu esquivo que siempre ha tenido la banda, intentando en todo momento que sus canciones sean capaces de despertar reacciones potentes en el oyente. Contraponiendo los momentos de mayor crispación, también nos encontramos otros cortes como ‘Mayfly’, donde el apartado cristalino entre de lleno a través de la voz de Rosie para demostrar su versatilidad dentro de la coherencia presente en el disco. Así es como consiguen una obra de lo más completa y atractiva en cada uno de los experimentos emprendidos.



 
				 
				 
				 
				 
				 
				
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.