La escena indie actual da la bienvenida a una refrescante bocanada de aire fresco procedente de las antípodas. El dúo australiano Royel Otis, formado por Otis Pavlovic y Royel Maddell, ha logrado cautivar a crítica y público con su extraordinario debut Pratts & Pain, un vibrante trabajo que rezuma energía, jovialidad y un cautivador desparpajo.

Tras varios años abriendo camino en el circuito independiente de Sydney, estos dos artistas han dado un salto cualitativo en su carrera con un álbum que combina diferentes vertientes del pop y el rock indie de las dos últimas décadas. Una amalgama de sonidos psicodélicos, guitarras incandescentes y melodías pegadizas que, sin embargo, no deja de estar impregnada por un toque de amarga melancolía y cruda sinceridad.

El nombre del disco, un guiño a un pub londinense donde los músicos pasaron largas horas componiendo durante la grabación, ya anticipa el espíritu desenfadado y la actitud relajada que caracterizan a esta formación. Un rasgo que se traduce en letras joviales y espontáneas, compuestas en muchos casos en plena resaca tras una noche de celebración.

La ligereza y el descaro juvenil salpican temas como 'Fried Rice', un homenaje a los romances fugaces y frustrados de la vida nocturna, o la juguetona 'Sofa King' con su ingeniosa retahíla de dobles sentidos. Pero Royel Otis no se limita a cultivar el espíritu gamberro del rock adolescente, sino que sus composiciones albergan una intrigante complejidad estructural y elaboradas capas de matices.

El disco desgrana momentos de pletórica energía pop como el arrebatador 'Velvet' o la exultante 'Adored', pero también se sumerge en territorios de corte más oscuro e introspectivo como el hipnótico 'Molly' o la apabullante 'Foam', donde atmósferas oníricas y destellos psicodélicos afloran como por ensalmo.

Las melodías de Royel Otis rezuman frescura y un encantador candor, pero a la vez están impregnadas de una melancolía larvada y un atisbo de desilusión. Una inquietante dualidad que impregna los delicados acordes de piezas como la desgarradora 'Always Always' o la lánguida 'Glory to Glory'.

A pesar de la heterogeneidad de influencias abarcadas, que van desde el rock ácido pasando por el garage, el pop más dulzón e incluso toques de folk y blues, 'Pratts & Pain' desprende una coherente personalidad. Una sensación de travesura y rebeldía contenida, así como una irresistible capacidad para seducir al oyente con melodías imborrables.

La producción de Dan Carey, artífice de célebres trabajos como los de Fontaines D.C. o Wet Leg, ha contribuido a realzar la calidez y la naturalidad del sonido de la banda. Su impronta puede apreciarse en arreglos sutiles pero efectivos que esquivan cualquier atisbo de sobreproducción.

En su lograda amalgama de distintos estilos, Royel Otis ha dado con una fórmula ganadora capaz de seducir a amantes del indie más ácido así como a seguidores del pop más azucarado. Un exitoso maridaje de elementos dispares en el que el grupo demuestra una innegable capacidad para beber de diferentes fuentes sin perder un ápice de frescura ni identidad propia.

Pratts & Pain es un álbum que destila energía, espontaneidad y sensaciones contradictorias como el desencanto y la esperanza, el candor juvenil y la mordaz ironía. Una ecléctica y envolvente mezcla de colores sonoros con la que Royel Otis reivindica su lugar en la anárquica escena indie actual con una propuesta audaz, sorprendente y, a la vez, entrañablemente familiar.