Rata Negra llevan tiempo haciendo canciones que huelen a calle, a bares con luces malas y a días que se repiten. Desde que Violeta, Fa y Pablo empezaron a tocar juntos, se les ha notado esa forma tan suya de juntar ironía y energía sin querer parecer nada más que lo que son. En ‘Hawai’ mantienen ese rumbo, aunque todo suene más claro, como si miraran alrededor con un cansancio tranquilo, sabiendo que la rutina ha ganado la partida. Las letras apuntan a esa sensación de vivir en un sitio donde todo funciona a medias y las ilusiones se compran a plazos. El título sugiere vacaciones, pero el viaje que proponen se parece más a una jornada larga en la oficina soñando con tumbarse en una playa que solo existe en los anuncios. El paraíso aparece cubierto de basura, sol de mentira y sonrisas de cartón, una imagen que resume bien la mirada que el trío lanza sobre el presente.
En ‘Pesadilla adulta’ muestran ese tipo de historia que cualquier persona podría reconocer: despertadores que suenan demasiado pronto, transportes llenos, jefes que hablan sin escuchar. La base rítmica parece el paso repetido de una jornada que nunca acaba, y el canto de Violeta suelta frases que van directas, sin adornos. En ‘Antonio’, el sentido del humor se convierte en una forma de escapar del absurdo. Lo gracioso y lo incómodo se mezclan, y esa rima entre “manicomio” y “estramonio” deja ver lo que hay detrás: una vida donde la cordura se mide por aguantar el ritmo sin gritar. En todo el conjunto se nota una intención clara de hablar del malestar sin ponerse solemnes. Cada canción cuenta una escena del día a día, con un toque de sarcasmo que sirve para soportar lo que se vive. Las guitarras de Fa se mueven entre la furia y la broma, como si empujaran a reírse mientras todo arde. Esa actitud define bien la identidad de Rata Negra: energía contenida que se libera golpe a golpe.
‘Reza’ va por otro camino, pero mantiene la misma idea de fondo. La banda retrata el teatro de la fe moderna con una mezcla de burla y lucidez. Las voces suenan como un ritual invertido que desvela la falsedad de lo sagrado. En ‘Mi opinión’, lo que pesa es la necesidad de hacerse oír en un entorno donde todo el mundo habla sin parar. Las palabras se atropellan igual que las guitarras, y el ritmo de Pablo empuja hacia adelante con una precisión que recuerda al tic nervioso de quien lleva demasiado tiempo mirando una pantalla. En ‘Puro veneno’ el aire se vuelve más espeso y eléctrico, mientras que ‘Sobrepensando’ baja el tono para reflejar esa ansiedad que llega cuando una cabeza no se apaga ni dormida. Aquí el grupo se acerca a algo parecido a una calma tensa, un momento de respiro que enseguida se deshace en nuevas capas de ruido. Todo el recorrido mantiene una tensión constante entre desahogo y resignación, como si las canciones fueran una forma de exorcizar el cansancio general.
El título ‘Hawai’ y su portada, con esa escena playera cargada de ironía, dan forma al mensaje que atraviesa todo el álbum. Lo que parece descanso acaba convirtiéndose en un retrato de la decadencia moderna. Las toallas, el sol y las sonrisas forman un decorado que esconde una idea más amarga: el ocio se ha vuelto otro tipo de obligación. Rata Negra usa ese contraste entre lo bonito y lo sucio para reforzar el sentido de sus letras. Fa diseña la portada como si fuera un anuncio de otro tiempo, pero en lugar de vender descanso muestra una escena vacía, llena de símbolos gastados. Las ilustraciones de Violeta completan ese universo donde lo cotidiano se mezcla con lo lúgubre. Cada detalle visual mantiene la misma intención que las canciones: exhibir lo podrido con una sonrisa cansada. El conjunto suena coherente porque nace de una mirada común, no de un intento por complacer a nadie.
Las palabras de Violeta tienen un estilo reconocible. Habla sin rodeos, describe sin adornar y elige imágenes que cualquiera puede imaginar. Sus letras se mueven entre la calle, la oficina y el sofá, con un tono que evita el dramatismo. Lo que dice suena cercano y, al mismo tiempo, deja una incomodidad persistente. Esa mezcla convierte cada frase en una especie de golpe suave. La crítica social está presente sin discursos ni sermones: aparece en los detalles. Un autobús que no llega, una tarde que se arrastra, un cuerpo que sigue por inercia. La estructura del disco acompaña esa idea, con canciones cortas que entran y salen rápido, como pensamientos que no dan tregua. El trío sigue manejando todo lo que puede por sí mismo, aunque ahora cuente con un apoyo que les permite centrarse en crear. Mantienen su forma de trabajar sin perder independencia, demostrando que la libertad también puede ser práctica, sin necesidad de heroísmos.
Las influencias que flotan en ‘Hawai’ aparecen filtradas por su propio carácter. En ‘Si no eres’ se nota un guiño a la música de los sesenta, y en ‘Peligro’ las percusiones se vuelven densas, como un eco tribal que encierra tensión y movimiento. Sin embargo, lo importante no es el origen de los sonidos, sino cómo los usan para construir una historia. Cada tema refleja un presente donde la diversión y el desastre se confunden. Esa dualidad ya la han explorado otras bandas que mezclan ironía y desencanto, pero en Rata Negra adquiere un acento propio. Nada parece puesto al azar, ni los coros ni las pausas, y todo está al servicio de una narración que se sostiene sin adornos. El resultado es un retrato claro de lo que se vive: una alegría falsa que cubre la frustración general. En su manera de tocar se percibe disciplina y rabia a partes iguales, como si la música sirviera para ordenar el caos sin resolverlo.
El conjunto de ‘Hawai’ deja la sensación de que Rata Negra han llegado a un punto de madurez serena. No buscan sorpresa ni redención, solo contar las cosas tal como se ven. Las canciones muestran un mundo donde la esperanza se confunde con la costumbre, y donde seguir adelante se convierte en un acto casi mecánico. La ironía de sus letras permite reírse del desastre sin esconderlo. Su mirada abarca lo social y lo íntimo, lo político y lo doméstico, siempre con el mismo tono entre resignado y lúcido. Al terminar el álbum queda una sensación clara: todo sigue igual, pero al menos alguien lo ha contado con la franqueza que se necesita para seguir escuchando.
Conclusión
‘Hawai’ resume la mirada afilada de Rata Negra sobre un mundo que finge bienestar, mezclando melodías ligeras y palabras directas que exponen la incomodidad de vivir sin horizonte.