Review

Linda Mirada - Qué largo es el verano

Linda Mirada

2025

7.8


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El regreso de Linda Mirada llega como un movimiento natural, no como un anuncio calculado. Ana Naranjo retoma su alias después de un largo periodo en el que la creación musical había quedado en pausa, entre el trabajo, la familia y el deseo de volver a sentirse cerca de un estudio. ‘Qué largo es el verano’ aparece como consecuencia de esa necesidad de reencontrar el placer en lo que antes era oficio y ahora se convierte en refugio. El disco condensa la mirada de alguien que ha aprendido a componer sin urgencia, sabiendo que el tiempo sirve para ordenar lo que la prisa confunde. Su título funciona como metáfora de esa sensación de continuidad que envuelve toda la obra: el verano entendido como un estado que se prolonga más allá del calendario, lleno de días luminosos pero también de cansancio, de amor y de espera.

En la primera pieza, ‘Bajo un mismo techo’, la autora retrata la convivencia como un territorio donde el silencio pesa más que las palabras. La frase “el aire se estanca en espacios pequeños” resume la sensación de encierro que recorre la canción. No se trata de un lamento, sino de una constatación. La voz suena contenida, como si midiera cada palabra antes de pronunciarla, y la base electrónica sostiene esa calma tensa. Linda Mirada construye así una escena doméstica donde el amor parece haberse transformado en hábito, y la idea de “conformarnos será la solución” marca el tono resignado de un relato que habla de seguir adelante pese a la fatiga emocional.

El desarrollo de la historia continúa con ‘Obstáculo’, donde la pérdida y la traición se muestran sin aspavientos. Lo interesante es la manera en que la artista evita el dramatismo para centrarse en la constatación de un hecho: “soy tan solo un obstáculo para estar con ella”. La repetición de la frase funciona como un mantra de aceptación. El sonido sintético y los arreglos meticulosos acentúan la frialdad con la que se observa la escena. Esa distancia no elimina el sentimiento, lo ordena. La narradora parece más interesada en comprender lo ocurrido que en revivirlo, y en ese equilibrio reside buena parte del sentido del disco.

La tercera canción, ‘Siempre’, introduce una perspectiva diferente: el amor sostenido a distancia, alimentado por la costumbre y por un deseo que sobrevive a base de llamadas y promesas incumplidas. Cuando la voz afirma “no quiero ser tu amante que se quede pudriendo en Madrid”, se percibe una ironía amarga, una mezcla de cansancio y lucidez. La melodía, ligera y pegadiza, contrasta con el contenido del texto, y ese contraste convierte la canción en una especie de retrato del desencanto contemporáneo, donde la inmediatez tecnológica convive con la soledad. Linda Mirada logra hablar de la frustración sin convertirla en queja, utilizando el ritmo como forma de resistencia.

El centro del disco lo ocupa ‘Starlink’, pieza que amplía la mirada hacia lo colectivo. Una reunión vecinal en una noche de verano se transforma en una reflexión sobre la fascinación moderna por lo artificial. La frase “¿qué es esa línea de estrellas que amenaza desde el cielo?” alude tanto a los satélites como a la tendencia humana a buscar sentido en lo que no lo tiene. En medio de la confusión, la narradora encuentra un momento de conexión íntima: “unidos en un beso, hemos despertado por la confusión”. Esa unión fugaz resume una idea presente en todo el álbum: en la incertidumbre también puede hallarse un espacio de ternura.

En el tramo siguiente aparece ‘Morena del Apóstol’, donde el tono se vuelve más juguetón. La autora describe el encuentro con alguien a quien observa con curiosidad, y la imagen “tiene el cielo una puerta en la Guindalera” convierte un lugar concreto en un escenario mitológico. La canción mezcla romanticismo y cotidianidad con un aire liviano que contrasta con los temas anteriores. En lugar de nostalgia, lo que se percibe es deseo de recuperar la espontaneidad. El ritmo, más cálido, ayuda a crear esa atmósfera de tarde veraniega donde lo improbable parece posible por un instante.

El disco sigue con ‘Si la brisa es buena’, un retrato del calor urbano y del anhelo de escapar del trabajo diario. La artista utiliza imágenes de moda y ocio para ironizar sobre las contradicciones de la vida moderna: “mira esos hippies qué graciosos son, seguro que llevan un plan”. Todo suena despreocupado, pero la letra encierra una observación sobre el deseo de pertenecer a un mundo que siempre se mueve más rápido de lo que uno puede seguir. La repetición de “si la brisa es buena merece la pena” adquiere un tono casi filosófico, una invitación a encontrar sentido en lo simple y a disfrutar del instante antes de que llegue otra obligación.

El cierre con ‘Autoficción’ devuelve la narración a la intimidad. La voz recuerda un reencuentro con alguien del pasado, donde el tiempo actúa como espejo. “Crecimos juntos sin saber cómo queríamos ser” es una confesión sin nostalgia, una constatación de que el aprendizaje llega cuando ya no se busca. La melodía avanza despacio, como si acompañara la respiración de una conversación pendiente. Lo que podría haber sido una despedida se convierte en reconciliación silenciosa con el propio pasado. La artista asume que cada recuerdo guarda su propio peso, y decide convivir con él sin intentar transformarlo.

A lo largo de ‘Qué largo es el verano’, Linda Mirada construye una crónica sobre el paso del tiempo y la manera en que los vínculos cambian sin desaparecer. Las canciones se suceden con naturalidad, unidas por un sonido que remite al pop de los ochenta, pero sin intención de homenaje. Los sintetizadores y las melodías transparentes funcionan como una capa que suaviza la dureza de los textos. La autora observa el amor, la rutina y la madurez desde la serenidad, sin exaltaciones, y convierte los pequeños gestos de la vida diaria en materia artística. En ese equilibrio entre claridad y contención se encuentra el verdadero hilo del disco: el aprendizaje de seguir viviendo dentro de un verano que parece no tener fin.

Conclusión

Linda Mirada transforma la cotidianidad en relato vital, observando las relaciones con la serenidad de quien acepta el paso del tiempo y convierte lo doméstico en una forma de autoconocimiento.

7.8

Álbum

Linda Mirada - Qué largo es el verano

Artista

Linda Mirada

Año

2025

Discográfica

Lovemonk

Tratando de escribir casi siempre sobre las cosas que me gustan.