Durante casi veinte años, Kiev cuando nieva han seguido su propio camino sin alterar su forma de trabajar. Desde sus primeros pasos, el grupo ha mantenido una manera tranquila de entender la música, sin presiones externas y con la atención puesta en los detalles. En ‘Duermen en discos’ se percibe esa continuidad, pero también una madurez que proviene de haber atravesado muchos cambios personales y vitales. Las canciones nacieron en un tiempo de pérdidas, reencuentros y aprendizajes, y eso se nota en la forma de cantar y de escribir. Los cuatro miembros han dejado que el paso del tiempo marque el ritmo de la creación, y el resultado transmite calma, observación y un tipo de serenidad que sólo se consigue cuando todo se hace sin prisa. Carasueño, en la producción, y Alonso Díaz Carmona, en los arreglos de viento, aportan textura y matices que amplían el paisaje sonoro sin alterar la personalidad de la banda.
En ‘Peine’, las voces se cruzan sobre una base precisa que abre el disco con claridad. La letra habla de cómo se van acumulando las vivencias sin dramatismo, casi con una sonrisa contenida. Esa manera de mirar la vida con distancia aparece en todo el álbum, aunque cada tema lo expresa de una forma diferente. ‘Carpintero’ sigue esa línea: el ritmo se funde con la idea del trabajo manual, con el movimiento repetido de quien da forma a la madera. La percusión suena como una herramienta y la melodía parece salir del esfuerzo de mantener un equilibrio. Todo el álbum funciona así, como una serie de pequeñas escenas que se sostienen unas a otras. Las letras, breves y sencillas, esconden una observación constante sobre lo que cambia y lo que permanece, sobre los gestos rutinarios que definen a las personas. Kiev cuando nieva consiguen que lo común adquiera una belleza natural, sin necesidad de explicaciones.
El conjunto de canciones mantiene una unidad que no depende de una historia concreta, sino de un ambiente compartido. ‘Despierto’ introduce un aire más abierto, con un coro que amplía la sensación de ligereza. La pieza parece hablar de esos momentos en los que se percibe el entorno con mayor claridad, sin pretender comprenderlo todo. ‘Kes’, inspirada en el libro de Barry Hines, traduce a su propio lenguaje la relación entre el individuo y el mundo que lo rodea. En ella se aprecia la delicadeza habitual del grupo, que juega con la voz y el ritmo para crear un espacio cálido y sencillo. Los teclados se mueven con discreción, como si acompañaran el pensamiento más que dirigirlo. Las canciones funcionan como pequeñas observaciones que se van encadenando y que, escuchadas en conjunto, transmiten una sensación de continuidad y sosiego.
En ‘Opinión’, la aparición de Lorena Álvarez introduce un matiz distinto. El diálogo entre las voces da forma a un intercambio tranquilo, sin necesidad de contrastes. La canción se convierte en una conversación que se mantiene en equilibrio, como si cada frase buscara quedarse en el aire. A partir de ese punto, el disco se adentra en una zona más soñadora, donde las melodías se mezclan con el recuerdo. ‘Prorrata’ y ‘Estrechan’ se apoyan en estructuras que giran sobre sí mismas, con ritmos pausados y una sensación de circularidad que define el estilo del grupo. En ‘Duermen en discos’, la pieza final sin letra, todo se condensa en una atmósfera suave, con una despedida que transmite orden y reposo. El cierre suena como el final de una jornada tranquila, cuando el silencio se vuelve parte de la música.
El modo de escribir de Kiev cuando nieva se basa en una claridad muy pensada. Usan palabras comunes, frases cortas y una cadencia natural que recuerda al habla diaria. Las canciones parecen escritas desde la observación de lo pequeño, de las escenas que suceden sin hacer ruido. Cada verso encaja con el ritmo y construye sentido a través de la repetición y la pausa. Los hermanos Aquilué, Jaime Sevilla y Antxon Corcuera entienden la canción como una forma de conversación entre iguales, donde la emoción surge del tono más que de las palabras. En ‘Duermen en discos’ esa intención se percibe con nitidez, porque el grupo mantiene su estilo pero amplía el espacio sonoro. Se escuchan ecos de bandas setenteras que combinaban folk y pop con naturalidad, pero todo está integrado en su propio lenguaje, sin imitar ni buscar referencias explícitas.
Los arreglos de viento funcionan como una extensión de las voces y los teclados se integran con suavidad, sin ocupar el primer plano. Cada detalle cumple su función, desde los coros hasta los silencios. Kiev cuando nieva transmiten la idea de que la sencillez requiere cuidado y atención. En sus canciones se refleja una manera de estar en el mundo basada en la calma, en la observación de lo cotidiano y en la importancia de mantener un ritmo propio. El disco propone una escucha lenta, sin sobresaltos, que invita a mirar lo cercano con otra luz. Su valor está en esa coherencia entre forma y contenido, entre lo que dicen y cómo lo dicen. Todo suena equilibrado, como si el tiempo se hubiera detenido un momento para dejar que las canciones respiren.
Conclusión
Kiev cuando nieva muestran en su nuevo disco una reflexión sobre la lentitud, el cuidado y la necesidad de conservar la mirada pausada frente a un entorno acelerado.