A veces la distancia se convierte en una forma rara de conocerse mejor, y eso es lo que atraviesa ‘Describe’, el segundo trabajo de Hannah Jadagu. Después de pasar meses viajando y cambiando de lugar, la autora compuso estas canciones desde una mezcla de gratitud y desconexión, como si intentara juntar los pedazos de una vida que se mueve demasiado deprisa. Esa sensación de querer estar en varios sitios a la vez marca el tono general del álbum, que se apoya en la idea de cómo el afecto se transforma cuando se convierte en recuerdo. Jadagu escribió buena parte de este proyecto mientras intentaba equilibrar su relación con su dedicación al trabajo, un conflicto que la llevó a pensar en qué queda del amor cuando el cuerpo está lejos pero la mente sigue cerca. Esa tensión entre cercanía y distancia guía todo el disco, no como un drama, sino como una observación tranquila sobre lo que pasa cuando las cosas cambian sin pedir permiso.
En la primera canción, también titulada ‘Describe’, se nota ese intento de poner orden al caos. Las melodías se mueven despacio, como si la autora quisiera que el oyente respirara con ella antes de entrar en lo que vendrá. Su voz aparece rodeada de sonidos digitales que parecen flotar alrededor, y esa elección ayuda a entender que no busca un refugio, sino un espacio donde poder pensar. A medida que el disco avanza, se percibe una idea de evolución: ‘Gimme Time’ se apoya en un ritmo pausado y una letra que pide paciencia, como si la distancia pudiera medirse en promesas; mientras que en ‘More’, la autora calcula la separación en miles de millas, convirtiendo una medida física en una sensación emocional. Esa forma de traducir lo geográfico a lo íntimo da coherencia a un álbum que gira en torno a la comunicación interrumpida.
El cambio más evidente respecto a su trabajo anterior está en la forma de crear. Jadagu se aleja del uso continuo de la guitarra para acercarse a los sintetizadores y a las programaciones, una decisión que amplía su manera de construir las canciones. No lo hace para sonar diferente, sino porque ha descubierto que ciertos instrumentos le permiten escribir de otra forma. En ‘My Love’, por ejemplo, se nota una mezcla de ternura y desconexión: la melodía vibra con energía, pero en el fondo la voz revela la falta de contacto físico, esa sensación de querer abrazar a alguien que solo aparece a través de una pantalla. En ‘Doing Now’, repite frases que se van desgastando con cada vuelta, como si el pensamiento se convirtiera en eco. Todo está calculado para que cada capa de sonido tenga un motivo, y ese cuidado se mantiene a lo largo de todo el disco.
‘Normal Today’ actúa como una especie de espejo en el que se reflejan los pequeños choques del día a día. Las bases electrónicas suenan frías, pero la voz suaviza la rigidez y da un tono casi confesional. En ‘Perfect’, Jadagu se queda con lo mínimo, solo su voz y unos pocos acordes, demostrando que no necesita adornos para transmitir cercanía. ‘Couldn’t Call’ se construye sobre la frustración que produce la falta de contacto, aunque la autora lo plantea con calma, como si aceptar la desconexión fuese parte del aprendizaje. Más adelante, ‘Tell Me That!!!!’ introduce un cambio de ritmo que aligera el ambiente y rompe la continuidad emocional, algo necesario para que el disco respire y muestre que la vida, incluso cuando duele, sigue teniendo huecos para el humor.
Uno de los mayores aciertos de Jadagu es cómo maneja su voz. No busca imponerse ni tapar los sonidos que la acompañan, sino mezclarse con ellos. En algunas canciones canta como si susurrara a alguien al oído; en otras, suena más segura, como si se hablara a sí misma. Esa manera de usar la voz consigue que cada letra parezca una conversación y no una declaración. El resultado se nota sobre todo en ‘DIAA’, donde la guitarra aparece de nuevo, esta vez como acompañamiento discreto que refuerza la idea de conversación interior. En ‘Miracles’, la autora da un paso más y convierte la relación en una especie de acto de fe, entendiendo que amar también consiste en confiar sin garantías. Y el cierre con ‘Bergamont’ completa el recorrido: una despedida sin dramatismo, donde la sinceridad pesa más que la nostalgia.
Escuchar ‘Describe’ es como entrar en la mente de alguien que intenta entender lo que siente sin ponerle etiquetas. Jadagu no busca respuestas, sino palabras que le sirvan para situarse. Su forma de escribir es directa, sin rodeos, pero siempre abierta a interpretaciones que dependen del oyente. Hay una intención clara de mirar hacia dentro y hacia fuera a la vez, de aceptar que la vida pública y la privada se mezclan cuando el trabajo consiste en mostrar lo que una piensa. Las canciones están unidas por esa idea de convivencia entre lo real y lo imaginado, entre lo que se dice y lo que se calla. A través de sus letras, se percibe una reflexión sobre la soledad en tiempos donde todo parece conectado, pero donde la cercanía se reduce a una llamada o a una imagen en movimiento.
El álbum se entiende como un retrato del presente, donde el ritmo de la vida digital se mezcla con la búsqueda de afecto duradero. Jadagu se muestra observadora, nunca distante, y consigue que cada tema sirva para reconocer una emoción que forma parte de la experiencia cotidiana. Sin dramatizar ni adornar en exceso, logra una obra coherente que mira hacia el futuro sin olvidar lo que la llevó hasta aquí. ‘Describe’ no intenta ser un resumen de su carrera, sino un punto de inflexión donde la artista se permite cambiar sin romper su identidad. Lo que emerge de estas canciones es una sensación de calma reflexiva, como si después de tanto movimiento hubiera encontrado un espacio propio desde el que mirar todo con claridad.
Conclusión
Hannah Jadagu utiliza cada canción para explorar el equilibrio entre libertad personal y apego, construyendo un relato honesto sobre la convivencia de sentimientos opuestos en una generación acostumbrada a desplazarse constantemente.



 
				 
				 
				 
				 
				