La carrera musica de Hannah Frances ha seguido un camino de lenta maduración, en el que cada obra ha funcionado como una prolongación de la anterior sin repetir sus esquemas. Desde sus primeros proyectos hasta ‘Keeper of the Shepherd’, la autora ha moldeado una forma de narrar que combina la minuciosidad poética con una pulsión de búsqueda interior. En ‘Nested in Tangles’, compuesto y grabado tras un periodo de reconstrucción personal junto a su colaborador habitual Kevin Copeland, esa búsqueda adopta un carácter de confrontación con el pasado. Las composiciones surgen de un proceso de sanación vinculado a los vínculos familiares y al aprendizaje de la confianza después del daño, un terreno que Frances explora desde una escritura que mezcla la confesión con la observación externa. Su regreso a Vermont marcó un punto de equilibrio entre aislamiento y apertura, donde el paisaje físico se convierte en un espejo de su necesidad de reconciliar lo íntimo con lo expansivo.
El álbum se abre con ‘Nested in Tangles’, donde la autora pronuncia “I am fragmentary and whole at once”, declaración que funciona como eje temático de todo el conjunto. A partir de ahí, las piezas giran en torno a esa doble condición de ruptura y cohesión. En ‘Life’s Work’, con la colaboración de Daniel Rossen, la voz y la guitarra se entrelazan en un movimiento oscilante que simboliza la insistencia de la memoria frente al deseo de avanzar. Los versos “Reconcile the child through hostile family / rupture is tradition, born into dissonance” condensan la genealogía de un dolor que se repite por costumbre, mientras los metales actúan como contrapeso de un ritmo que no se decide entre el sosiego y la alarma. Frances construye los temas como espacios en los que las tensiones se transforman en estructuras sonoras cambiantes, donde cada repetición implica una ligera variación que sugiere el esfuerzo constante por comprender y modificar lo heredado.
‘Falling From and Further’ introduce un desplazamiento en la dinámica del álbum. Su progresión lenta, interrumpida por ráfagas de energía, refleja el vaivén entre el deseo de liberación y el peso de las costumbres. En este punto se percibe la influencia de ciertas corrientes del folk británico de finales de los sesenta, reinterpretadas desde una sensibilidad contemporánea que no busca nostalgia sino permanencia. Frances utiliza el timbre de su voz como un instrumento de contraste, alternando susurros con líneas casi recitadas, hasta llegar a un punto en que la palabra parece desprenderse de la melodía. La pieza actúa como un umbral hacia el bloque central del disco, donde la autora combina el tono confesional con una mirada más analítica sobre el daño heredado. El equilibrio entre abstracción lírica y narración concreta se mantiene siempre tenso, sin resoluciones evidentes.
En ‘Surviving You’, Frances articula su reflexión más directa sobre la violencia afectiva, repitiendo “How you hurt us to feel stronger / in the wrong, doing the wrong / smoldering as the rage lingers longer”. La reiteración genera una sensación de encierro, reforzada por el diálogo entre dos líneas vocales que no llegan a encontrarse del todo. Esa disonancia funciona como metáfora de una comunicación imposible, una herencia de silencios transmitidos entre generaciones. Frente a ello, la autora introduce pasajes de viento y cuerdas que irrumpen como intentos de ruptura, de respiración forzada dentro de un entorno asfixiante. El resultado es un retrato de la herencia emocional entendida como terreno de lucha, no como paisaje melancólico. Frances transforma cada recuerdo en materia sonora mutable, sin renunciar a su aspereza.
En la parte final del álbum, la secuencia formada por ‘Steady in the Hand’, ‘A Body, A Map’ y ‘The Space Between’ amplía la dimensión de esa confrontación. En la última de ellas, la frase “I don’t forgive, I let it live in the space between / what’s gone and what’s given” expone una ética del cuidado basada en la coexistencia de lo irreconciliable. Frances rehúye cualquier ideal de redención y propone en su lugar la aceptación del conflicto como forma de convivencia. Esa idea se traduce en una estructura que se expande y contrae, donde los silencios adquieren el mismo peso que las notas. Los arreglos de Rossen intensifican esa respiración irregular que define el conjunto: la alternancia entre lo contenido y lo desbordado como reflejo del modo en que la autora entiende la reparación emocional.
‘Heavy Light’ cierra el recorrido con un tono que no busca clausura. Entre voces de niños y un leve murmullo de cuerdas, Frances canta “I am the heart I’ve needed, and I feel it all”, frase que asume la totalidad del sentimiento sin buscar alivio. La presencia de sonidos cotidianos introduce una dimensión terrenal que disuelve el dramatismo y convierte la conclusión en un gesto de continuidad. En lugar de celebrar una superación, la artista describe la persistencia del esfuerzo, la voluntad de permanecer en el desequilibrio sin disolverse en él. Esa elección define el sentido del disco: un intento de nombrar el desorden sin convertirlo en relato de redención.
‘Nested in Tangles’ se sostiene sobre la intersección entre el folk, el art rock y ciertas modulaciones del jazz contemporáneo, aunque su interés radica menos en la mezcla de estilos que en la manera de usarlos como lenguajes de introspección compartida. Frances escribe y canta desde un territorio intermedio entre confesión y observación, en el que la emoción se convierte en herramienta de análisis. Cada composición funciona como una pieza de orfebrería irregular, donde la precisión formal convive con una sensación de improvisación controlada. Su propuesta recuerda a la de artistas como Judee Sill o Aldous Harding en su capacidad para combinar rigor y extrañeza sin buscar espectáculo. Lo que emerge de todo ello es una reflexión sobre la herencia y la transformación: la posibilidad de construir un yo que no elimine sus fracturas, sino que aprenda a habitar en ellas.
Conclusión
Hannah Frances examina las raíces del daño familiar transformándolas en un relato de aceptación, donde la voz se convierte en testimonio de resistencia y las grietas dejan de ser un signo de derrota.