No hay que rebuscar demasiado para encontrar en 'Ghostholding' la huella de una ansiedad insomne, un ruido que nunca termina de disiparse. La voz de venturing, el neuvo alias de Jane Remover,  a ratos implorante y a ratos despojada de todo afecto, se desliza entre las canciones como un eco de aquello que ya no está. Este es un disco que no trata de ofrecer respuestas, sino de habitar la duda, de recorrer la distancia entre el deseo y su imposibilidad sin encontrar nunca un punto de descanso.

La música de venturing parece construida sobre un equilibrio inestable. Las guitarras pueden sonar expansivas y opresivas a la vez, envueltas en una producción que oscila entre la aspereza deliberada y la ingravidez. En 'Play my guitar', el sonido se despliega en capas que evocan una conexión frágil, un intento de comunicación condenado de antemano. 'No sleep' y 'Recoil' giran en torno a una energía latente, contenida, que nunca llega a explotar del todo, generando una tensión constante entre la expresión y el mutismo.

Las letras refuerzan esta sensación de desencuentro. 'Believe' introduce la religión como una idea lejana, algo que se invoca sin demasiada fe (“Jesus don’t like bitches”). En 'Something has to change', la desesperación toma la forma de una súplica (“Please, God, save me, I just wanna party”), pero el anhelo se diluye en una irónica resignación. La violencia latente en 'Recoil' (“Kill ‘em all for me, baby / Kill ‘em all in my name”) se siente menos como una amenaza y más como una fantasía de control que nunca llega a materializarse.

En algunos momentos, el disco encuentra resquicios de escape a través de una expresión más explosiva. 'Spider' se va construyendo en una progresión densa hasta alcanzar una catarsis ruidosa, mientras que 'Dead forever' logra canalizar toda la angustia del disco en un estribillo abrasivo y un crescendo que resulta tan liberador como agotador. Por su parte, 'Sister' cierra el álbum con una narración donde la autodestrucción y el anhelo de redención se entrelazan (“I’d do anything to feel it for the first time”).

'Ghostholding' se siente como una obra construida desde la necesidad de hacer ruido, de llenar el espacio con un sonido que evite el silencio. Es un disco donde cada elemento parece al borde del colapso: las guitarras, las voces, las propias letras, todo se tambalea sobre una base inestable, generando una sensación de incomodidad que nunca llega a resolverse. venturing ha creado un trabajo que no busca consuelo ni redención, sino que se instala en la incertidumbre y el desconcierto, dejando al oyente suspendido en un lugar donde el deseo y la alienación se confunden. 'Ghostholding' no es una obra fácil de asimilar, pero en su insistente fragilidad encuentra su propia razón de ser.