Nourished By Time publica ‘The Passionate Ones’ en un momento en el que la música vuelve a ser un espejo de la vida diaria marcada por la inestabilidad económica, la sobreexposición y el deseo de vínculos reales. Su autor, Marcus Brown, ha cargado durante años con empleos mal pagados mientras componía en sótanos y habitaciones prestadas. Esa trayectoria imprime un carácter reconocible en estas canciones, donde la insistencia en el amor no se presenta como una escapatoria ingenua, sino como una fuerza capaz de enfrentarse a los mecanismos de un mundo que exprime y desgasta. El disco se convierte en una especie de diario colectivo en el que se cruzan ternura, frustración y una mirada crítica hacia las estructuras sociales.
El título apunta a un grupo imaginario, “los apasionados”, como si Brown convocara a quienes todavía se aferran a la posibilidad de vivir intensamente en medio del agotamiento laboral y los circuitos de consumo. Desde la primera escucha se percibe esa tensión entre celebración y desgaste, un vaivén que estructura todo el álbum. La producción combina sintetizadores luminosos, percusiones programadas y guitarras que irrumpen de manera brusca, como si quisieran recordar que la vida cotidiana también está hecha de sobresaltos.
‘Automatic Love’ abre el recorrido con una atmósfera que mezcla teclados titubeantes y bongos que marcan un pulso expansivo. En medio de ese paisaje Brown lanza un verso directo: “My body won’t feel nothing until my skin touches you”. La frase resume la idea de que la conexión física es la única forma de sacudir la apatía instalada por la rutina. El disco continúa con ‘Max Potential’, un tema donde la guitarra eléctrica adquiere un protagonismo que convierte la declaración “You’re not passionate at all, and that’s all on you” en un reproche a la falta de entrega tanto en las relaciones como en la vida en general.
El tercer corte, ‘It’s Time’, despliega una confesión inquieta: “My whole life changed faster than a minute / I dreamed this life now I’m scared to live it”. Aquí aparece el vértigo de haber alcanzado un lugar de reconocimiento sin dejar de sentir temor por perder la esencia en el proceso. La canción funciona como un examen de conciencia en el que la voz grave de Brown se multiplica en capas, reforzando la idea de desdoblamiento entre la persona pública y el individuo que aún se cuestiona sus pasos.
‘9 2 5’ se erige como un himno para quienes encadenan turnos de trabajo con horas dedicadas a la creatividad. La base house impulsa un relato de agotamiento, pero también de solidaridad, como si la pista de baile se transformara en un espacio compartido para quienes todavía buscan energía después de jornadas extenuantes. La letra advierte sobre los riesgos de anestesiarse: “May you always have a fight, be it wrong or be it right / Shed a raindrop when you cry, but beware of sedatives and passing time”.
En ‘Jojo’ aparece uno de los escasos colaboradores del disco, Tony Bontana, con un verso que dialoga con la adicción y la dependencia. El tema se construye sobre un ritmo sinuoso que refuerza la sensación de caída y recuperación constante. Poco después, ‘BABY BABY’ cambia bruscamente de registro: alterna versos de rap sobre consumo compulsivo “Buy anything, just buy it fucking often / Yeah, turn your fucking brain off, operation brainwash” con un interludio de guitarra surf, una oscilación que refleja la lógica distraída del presente digital.
La segunda mitad del disco contiene piezas que subrayan la dimensión íntima del proyecto. ‘Crazy People’ combina bucles vocales espectrales con pianos que se entrelazan hasta desembocar en un estallido sintético. La canción que da título al álbum expande la idea de comunidad apasionada como un ideal posible, con un estribillo que convoca a la acción colectiva sin solemnidad. ‘Tossed Away’, en cambio, adopta un tono de balada donde suenan campanas electrónicas, situando la fragilidad afectiva en primer plano: “But I want you to know I’m reaching for you”. El cierre con la pieza homónima ‘The Passionate Ones’ opera como una declaración final, un llamado a compartir un espacio donde los actos estén guiados por el deseo y no por la lógica del dinero.
A lo largo del disco se percibe un equilibrio entre denuncia y celebración. Nourished By Time se vale de su barítono característico para convertir experiencias personales en relatos colectivos, sin perder la concreción de escenas reconocibles: el trabajador extenuado, el amante frustrado, el joven que no se resigna a la apatía de su entorno. Cada arreglo refuerza ese pulso, desde los bajos densos que recuerdan la presión del día a día hasta los coros que ofrecen alivio momentáneo.
‘The Passionate Ones’ se sitúa en un lugar singular porque logra condensar la precariedad laboral, la búsqueda de vínculos genuinos y la tensión de vivir en un sistema que fagocita tiempo y energía. Nourished By Time no plantea consignas abstractas, sino escenas claras que se sostienen en frases concisas y melodías insistentes. El resultado es un álbum que no se limita a registrar un momento vital, sino que lo expone con crudeza y convoca a compartirlo.
Conclusión
Nourished By Time en ‘The Passionate Ones’ transforma su paso por trabajos precarios en un cancionero que alterna ternura, denuncia y deseo físico. El disco equilibra ritmos bailables y confesiones ásperas sin desatender el peso político que recorre cada verso.



 
				 
				 
				 
				 
				