En su primer trabajo en solitario, ‘The New Sound’, Geordie Greep intenta presentarse como una fuerza innovadora dentro de la música contemporánea, pero lo que logra es una propuesta que, bajo la apariencia de exploración sonora, no hace más que recontextualizar fórmulas que ya han sido explotadas hasta el cansancio. El disco está plagado de una mezcolanza de géneros que carece de cohesión, un pastiche que se limita a repetir gestos estilísticos del pasado sin lograr aportar algo nuevo. Esto se siente, en gran medida, como una continuación estéril de sus intentos con Black Midi, pero sin la contención que proporcionaba el contexto de una banda.
Las once canciones de ‘The New Sound’ parecen estar diseñadas para desconcertar, pero terminan siendo una exhibición de indulgencia, más enfocada en impresionar por acumulación que en profundizar en alguna idea concreta. Temáticamente, Greep aborda personajes distorsionados y grotescos, atrapados en narrativas de autoengaño y arrogancia, pero su esfuerzo por explorar la mente de estos sujetos se percibe forzado. El carácter caricaturesco de sus letras, como en ‘Holy, Holy’, donde el narrador se presenta como una figura hinchada de ego, se agota rápidamente, dejando una sensación de vacío detrás de la sátira. Aunque la intención de ridiculizar este tipo de personajes está clara, las letras carecen de la mordacidad que requiere para hacerlas interesantes a lo largo de todo el álbum.
A nivel instrumental, el álbum es una maraña de referencias: de la salsa y el jazz fusión al rock progresivo y el funk. No obstante, la ejecución de esta amalgama es desordenada y abrumadora. La presencia de más de 30 músicos invitados no consigue evitar que la obra se sienta sobreproducida y poco refinada. En canciones como ‘Blues’ o ‘Walk Up’, el disco queda atrapado en la pirotecnia instrumental, ofreciendo complejidad técnica a costa de cualquier sentido de dirección o propósito. Cada pista parece competir por ser más extravagante que la anterior, y aunque esto puede ser intencionado, el resultado es una sobrecarga que no llega a ningún puerto.
El mayor problema de ‘The New Sound’ radica en su falta de enfoque. A pesar de su variedad de influencias, la producción es abrumadora y dispersa, lo que le resta impacto a cada género que intenta emular. ‘Bongo Season’, por ejemplo, es un intento fallido de añadir ritmos latinos que apenas logran integrarse con el resto del álbum, y ‘If You Are But a Dream’ cierra el disco de forma anticlímax, sin aportar ni un ápice de cierre o redención.
En su obsesión por ser transgresor, Greep parece haberse olvidado de construir algo con verdadera sustancia. No hay progresión en las ideas, sino una insistencia en el exceso que convierte la escucha en una experiencia tediosa. A lo largo del álbum, uno no puede evitar sentir que muchas de estas composiciones habrían funcionado mejor en pequeñas dosis, pero extendidas a lo largo de un LP se vuelven agotadoras. Cada cambio abrupto de estilo parece más una maniobra calculada para sorprender que una decisión artística justificada.
Si bien ‘The Magician’ se destaca como un intento más logrado de unificar sus múltiples referencias en una composición coherente, sigue sin redimir el álbum. A pesar de su enfoque en la narrativa, donde el protagonista lidia con temas de arrepentimiento y decepción, la pieza cae en los mismos trucos del resto del disco: excesiva instrumentación y un lirismo que no alcanza la profundidad pretendida.
‘The New Sound’ no ofrece más que una versión exagerada y recargada de lo que Greep ya venía haciendo con Black Midi. En lugar de encontrar una voz propia, se pierde en su intento de ser más grande y extravagante. El resultado es un disco que se pasa de transgresor pero que no tiene nada nuevo que decir, quedando como un ejercicio de estilo vacío e intrascendente.
Conclusión
‘The New Sound’ de Geordie Greep ofrece una mezcla desbordada de estilos, atrapada entre ambición y pretensión, diluyendo cualquier coherencia en favor del exceso.

