'The Neon Gate', el nuevo álbum de Nap Eyes, actúa como un portal musical hacia un universo donde los límites entre lo literario y lo sonoro se desdibujan, generando un espacio imaginario donde se exploran fragmentos de la realidad a través de las capas de sonidos y palabras. Desde el primer tema, ‘Eight Tired Starlings’, el grupo recurre a paisajes que fusionan lo etéreo con lo físico, introduciendo un viaje por atmósferas en las que lo terrestre se cruza con lo universal. En este disco, Nap Eyes trazan un vínculo entre el tiempo y el espacio que parece invocar no solo los elementos de nuestro mundo, sino también ecos de lo invisible y lo no dicho.
El álbum reúne nueve temas, cada uno un fragmento de un viaje que parece personal y a la vez ajeno, un recorrido hacia una dimensión donde la contemplación se presenta sin respuestas definitivas. El grupo recurre a técnicas de improvisación, repetición y el uso de sintetizadores, generando así un paisaje sonoro que ofrece una estructura en continua transformación, como si el mismo álbum dudase de dónde debería llegar. En ‘Dark Mystery Enigma Bird’, las percusiones electrónicas y los sintetizadores añaden una capa hipnótica, un ritmo insistente que, en lugar de avanzar, invita a permanecer en suspenso, atrapado en una especie de bucle melancólico. Cada instrumento parece moverse en una dirección propia, creando un conjunto que nunca se percibe totalmente unificado y que añade a la tensión entre lo estructurado y lo orgánico.
Nap Eyes también exploran la poesía en temas como ‘Demons’ y ‘I See Phantoms of Hatred and of the Heart’s Fullness and of the Coming Emptiness’, adaptaciones musicales de obras de Alexander Pushkin y W.B. Yeats, respectivamente. La presencia de estos poemas clásicos refuerza el carácter narrativo del álbum, sumergiendo al oyente en un mundo de visiones fantasmales y figuras arquetípicas, como el viaje en medio de una tormenta descrito en ‘Demons’: ‘Some demon’s got us – that’s a fact, sir! A demon’s leading us astray’. El grupo convierte el miedo ancestral de Pushkin en un eco sonoro contemporáneo, integrando lo que alguna vez fue terror gótico en una experiencia musical intensamente moderna. En ‘I See Phantoms...’, la mezcla de sintetizadores y percusión emula una atmósfera onírica, acercándose a un sentido de lo épico que no busca la grandilocuencia, sino la sensación de un paisaje infinito y desolador.
La instrumentación sigue patrones que recuerdan tanto a bandas como Wilco o Galaxie 500 como a las influencias literarias de Leonard Cohen. La guitarra de Brad Labelle se convierte en un punto central en canciones como ‘Ice Grass Underpass’ y ‘Tangent Dissolve’, donde su estilo mezcla elementos de improvisación con un sonido de garage rock desenfrenado. Estas elecciones instrumentales enfatizan la tensión entre el pasado y el presente, dando una sensación de familiaridad distorsionada. A lo largo del álbum, hay una búsqueda constante de una identidad que nunca se establece del todo, como si Nap Eyes estuvieran explorando un terreno musical que no necesita llegar a un lugar fijo. En temas como ‘Isolation’, los ritmos pausados y los bucles de guitarra crean un estado de introspección inquietante, una especie de viaje interior que el oyente percibe como una apertura hacia el misterio.
El contenido lírico del álbum, como se observa en ‘Feline Wave Race’ y ‘Passageway’, oscila entre referencias culturales y literarias, creando una narrativa que abraza tanto la banalidad de lo cotidiano como el lenguaje mitológico. ‘Feline Wave Race’ menciona el videojuego Wave Race 64, una referencia que ancla el tema en un tiempo específico, mientras que la letra se mueve libremente entre el mundo real y el onírico, como un viaje entre el pasado y el presente, entre lo lúdico y lo poético. La narración visual de ‘Passageway’ remite a imágenes fantásticas de castillos y criaturas míticas, un tipo de escapismo que, en lugar de evadir la realidad, la transforma en un reflejo alternativo de la experiencia humana, situada en un universo que mezcla lo histórico con lo digital.
La calidad de ‘The Neon Gate’ radica en su capacidad para transformar conceptos abstractos en imágenes sonoras, guiando al oyente a través de fragmentos de una narrativa que no busca imponer un significado único, sino abrir un espacio de resonancia. A lo largo del álbum, los temas de identidad, el paso del tiempo y el conflicto con lo intangible son abordados desde múltiples ángulos, desdibujando las fronteras entre lo personal y lo colectivo. Con cada canción, el grupo invita a una pausa en la que el tiempo y el espacio se suspenden, proponiendo un modo de habitar el presente mientras suena el eco de lo que parece perdido.
‘The Neon Gate’ de Nap Eyes desafía tanto a nivel sonoro como lírico, moviéndose entre lo filosófico y lo aparentemente trivial. Es un álbum que invita a habitar la ambigüedad, a seguir el flujo de una narrativa incompleta que parece dirigirse a un lugar que nunca se revela del todo.
Conclusión
'The Neon Gate' de Nap Eyes integra poesía clásica y contemporánea en un paisaje sonoro que oscila entre lo melódico y lo abstracto, explorando el lugar incierto de lo humano entre lo cósmico y lo cotidiano.