Forth Wanderers publican un disco que emerge desde las cenizas, como si todo lo que se desdibujó en el pasado hubiese quedado en pausa para reaparecer con otra forma. ‘The Longer This Goes On’ empieza en ese punto indefinido donde los vínculos tambalean pero aún permanecen. Si en 2018 el grupo se disolvía sin estridencias, ahora suenan como quienes han regresado a ese mismo lugar, sin mapas ni guías, sólo con la memoria de lo que alguna vez funcionó.
El encuentro entre sus integrantes no viene cargado de solemnidad ni nostalgia. Surge desde una conversación cualquiera y crece sin imposiciones, como si tocar juntos volviera a tener sentido en sí mismo. Lo que consiguen es un disco que evita las formas cerradas y se expande con libertad. No parece producto de un plan preciso, sino el resultado de un deseo real de compartir el presente.
‘To Know Me / To Love Me’ abre el álbum con frases que evocan un hartazgo compartido pero sin dramatismo. “Don’t pull me up / I’d rather we lie down”, canta Trilling, con una voz que ya no busca convencer. Cada tema que sigue ofrece una variante de esa misma intensidad pausada. ‘Call You Back’ flota sobre un ritmo sin urgencias; ‘Honey’ se desliza como un recuerdo que tarda en desvanecerse. Los giros rítmicos y las decisiones melódicas parecen surgir de una química silenciosa entre quienes ya se conocen demasiado.
En ‘7 Months’, la repetición armónica convierte el desvelo en espacio habitable. La canción se mueve entre capas de instrumentos que respiran entre sí, sin tensión. La letra habla de noches sin descanso y días detenidos, pero lo hace con una serenidad que contagia. En ‘Springboard’, la guitarra traza líneas que se entrecruzan con una voz casi distraída, y eso realza aún más el magnetismo del conjunto.
Cada pieza se sostiene por sí sola y también amplifica el resto. ‘Spit’ propone un tono algo más liviano, como si las heridas se pudieran relatar sin dramatismos. En ‘Make Me’, la cadencia lenta y un fraseo elástico crean un clima cercano al agotamiento placentero. ‘Barnard’ ofrece una energía más frontal, con una batería precisa y una sucesión de riffs que avanzan con determinación.
‘Bluff’ articula uno de los momentos más contundentes del disco. La frase “I’d rather leave you lonely / Than have to call my bluff” resuena con una honestidad que no se disfraza. En lugar de disculparse, Trilling reafirma un límite. El acompañamiento instrumental acentúa esa decisión con un juego de capas que nunca sobresaturan. El final, ‘Don’t Go Looking’, sugiere una despedida sin teatralidad. Todo queda guardado, no como secreto, sino como parte de lo que se eligió preservar sin necesidad de exposición.
En lo sonoro, el álbum trabaja desde la sobriedad y la cercanía. Cada arreglo aparece como una extensión natural del anterior. Las texturas no compiten; se acompañan. La producción permite que cada elemento conserve su espacio, como si cada instrumento estuviese en el lugar exacto sin tener que afirmarse.
‘The Longer This Goes On’ no parece un regreso porque no necesita anunciarse como tal. Las canciones se sienten libres, sin el peso de una etiqueta o una expectativa externa. Forth Wanderers suenan como quienes se reencuentran con algo esencial: tocar por el simple impulso de hacerlo. Las heridas están, pero se narran sin rencor. La incertidumbre no paraliza. Lo que permanece es una forma de estar juntos que ha aprendido a sostenerse desde el despojo. Y ese gesto, inesperado y sencillo, se convierte en la fuerza del disco.
Conclusión
‘The Longer This Goes On’ de Forth Wanderers captura el resquebrajamiento entre cercanía y ruptura con una claridad musical que nace del desgaste compartido.