El fuego no empieza con una gran llamarada. A veces, todo lo que hace falta es una brisa. El movimiento imperceptible del aire puede avivar chispas olvidadas, alimentar brasas que parecían extinguidas. En 'The Breeze Grew a Fire', Mereba registra ese instante en que un soplo de aire convierte la quietud en incandescencia. El título del disco no es un artificio: es una imagen precisa de lo que sucede dentro de sus canciones, donde la fragilidad inicial se transforma en combustión silenciosa.
El tiempo que separa este disco de 'The Jungle Is The Only Way Out' y 'Azeb' ha dejado en la música de Mereba un poso distinto. No es una evolución calculada, sino el resultado natural de una vida que se ha expandido en direcciones nuevas. La maternidad, los cambios de rumbo y la distancia con el pasado han sedimentado en un trabajo que se siente como un regreso sin ser exactamente una vuelta al punto de partida. Hay en estas canciones una necesidad de contención, de definir qué queda cuando se despoja todo lo superfluo.
Desde el primer acorde de 'Counterfeit', la propuesta está clara. No hay grandes arreglos ni estructuras complejas. La atención está puesta en las palabras y en cómo resuenan dentro de cada nota. "You’re the original, don’t let ‘em counterfeit you" no es sólo una declaración de intenciones, sino también un manifiesto sobre la forma en que Mereba entiende su propia música. 'Ever Needed' sigue ese mismo camino, con una cadencia pausada que parece construida para ser susurrada antes que cantada.
El carácter contemplativo del disco se refuerza con temas como 'breeze grew a fire', que se despliega como un fragmento de diario recitado sobre el crujido de la madera ardiendo. 'Starlight (my baby)' y 'Heart of a Child' muestran la otra cara del fuego: la calidez, la protección, la transmisión de una herencia emocional que sobrevive a través de generaciones. En ambas canciones, la voz se convierte en abrigo, en un refugio capaz de amortiguar el paso del tiempo.
Aunque predominan los espacios de intimidad, también hay momentos de mayor apertura. 'Meteorite' introduce una tensión contenida, una energía que se acumula sin necesidad de desbordarse. 'Hawk' retoma el rap de forma sutil, con un fraseo que se desliza entre acordes austeros. En cambio, 'Wild Sky' juega con contrastes, superponiendo capas de voz y percusión con un aire ritualista.
El cierre del disco llega con 'Sanctuary', un tema donde la instrumentación se reduce al mínimo para dejar todo el peso en la voz. Si hay un mensaje en 'The Breeze Grew a Fire', está en la forma en que esta canción se deshace de cualquier distracción para centrarse en lo esencial. "I like to feel at home when I close my eyes" es más que una línea melódica: es una forma de entender la música como territorio propio, como un espacio donde la memoria y el presente pueden coexistir sin colisión.
Conclusión
Mereba publica 'The Breeze Grew a Fire', un disco que transita por la vulnerabilidad y la reconstrucción personal con un sonido desnudo y sin artificios. Las canciones atraviesan el desarraigo, la maternidad y la búsqueda de un refugio emocional entre guitarras sutiles y armonías etéreas.