El tiempo se cuela por las grietas de cada canción, desdibujando la línea entre lo que fue y lo que nunca será. ¿Qué ocurre cuando un grupo se enfrenta a su propia finitud? ‘The Accident’, octavo disco del dúo australiano Good Morning, surge como un testimonio de esa lucha. En sus nueve pistas, Blair y Parsons capturan la monotonía del tiempo que pasa y la inevitable transformación de los sueños en algo diferente, a menudo inesperado. No es un simple ejercicio nostálgico, sino un intento de entender las tensiones entre el desgaste creativo y la voluntad de seguir adelante.
Es un álbum que resuena como un eco de un viaje colectivo, grabado en tres lugares donde la naturaleza y el aislamiento parecen haber influido profundamente: la calurosa Hydra griega, el árido Joshua Tree, y el familiar Melbourne. Estas localizaciones no solo marcan un proceso, sino que encapsulan el carácter errático e improvisado de un trabajo que mezcla vulnerabilidad y una cierta desidia casi metódica. ¿Cómo procesar el peso de un legado cuando se sabe que el final está cerca? ‘The Accident’ no busca responder directamente, pero suena como una meditación sobre esa incertidumbre.
El disco abre con ‘Baby Steps’, un tema cargado de urgencia contenida que refleja el caos de la vida moderna. A través de frases repetitivas como ‘It’s gotta work sometimes’, el dúo articula una resignación hacia las exigencias de la cotidianidad. Con una base instrumental minimalista y una creciente intensidad, captura la sensación de una crisis latente, acompañada por menciones tangenciales a los desastres ambientales y los conflictos internos.
‘A Telephone Rings’ se convierte en un manifiesto sobre el desencanto y las expectativas incumplidas. La frase ‘And the pleasures in waiting for the pleasure to be through’ encapsula un ciclo interminable de insatisfacción. Musicalmente, la pieza mezcla percusión orgánica con guitarras melancólicas, sugiriendo un intento de extraer significado de la monotonía.
En ‘Romance’ y ‘Peaches’, el álbum se desliza hacia un terreno más contemplativo. La primera juega con arreglos de viento y percusión ligera, mientras que la segunda introduce un aire de melancolía folk. Ambas parecen dialogar sobre los intentos de reconciliar el pasado con un presente inestable, mientras los arreglos de flauta y guitarra crean una atmósfera cálida pero frágil.
El punto más discordante y quizá ambicioso llega con ‘Soft Rock Band’, el cierre de ocho minutos que revisita la esencia misma de Good Morning. Aquí, el grupo parece despedirse de su propia historia, abrazando tanto sus éxitos como sus frustraciones. La letra, que oscila entre lo anecdótico y lo existencial, se asienta sobre un crescendo instrumental que, aunque cautivador en momentos, no logra escapar a cierta monotonía estructural.
‘The Accident’ no busca ser un clímax grandilocuente en la carrera de Good Morning; más bien, se posiciona como un recuento honesto de las tensiones entre creación y agotamiento. Es un álbum que traduce el paso del tiempo en una colección de momentos efímeros, a menudo con un tono de aceptación resignada. Aunque su producción digital y algunos pasajes repetitivos le restan algo de dinamismo, el trabajo logra captar la esencia de un adiós reflexivo, sin caer en dramatismos innecesarios.
En sus mejores momentos, como en ‘The Grateful Dead’ o ‘Thrills Of The Family Man’, el disco invita al oyente a reflexionar sobre las contradicciones inherentes a la creatividad y el paso del tiempo. Por otro lado, canciones como ‘I Can’t Make It Up To You’ resultan demasiado fugaces, dejando la sensación de ideas incompletas. Aun así, ‘The Accident’ funciona como un punto final digno para una década de exploración musical.
Conclusión
‘The Accident’ de Good Morning es un ejercicio de vulnerabilidad que mezcla reflexión sobre el tiempo con una producción digital marcada por altibajos creativos, cerrando una década de música con una nota de melancólica serenidad.