Dana and Alden arrancan 'Speedo' desde un lugar poco previsible. Se entienden como dos hermanos que arrastran una relación larga con la música y que han usado su tiempo juntos para darle forma a algo que se aleja del orden habitual. Esta vez, se encierran en Lisboa con Charif Megarbane, productor y multiinstrumentista que encaja con la energía de improvisación que arrastra el disco. Llueve sin parar durante esas dos semanas, y la sensación de encierro se clava en cada tema. Todo lo que suena en 'Speedo' tiene esa humedad extraña, como si la habitación no se hubiese ventilado nunca.
El álbum no se construye desde una idea clara. Cada canción avanza desde donde puede, se arrastra, choca con otras y se reconfigura en el siguiente corte. 'Speedo' transmite eso: una sensación de estar buscando algo sin mapa, probando sin plan. 'Norm' lo deja claro de entrada. Es un tema escrito para Norman Finkelstein, figura ligada al activismo político. Dana and Alden lo colocan como punto de partida, no como adorno. Es una forma directa de declarar por dónde pasan sus intereses, con una postura sin filtros ni decorados.
'Don’t Run Away' agarra por otro lado. El tema crece con sintetizadores que van soltando tensión mientras la letra habla de una relación que tiembla. Esa sensación de lanzarse sin red se repite a lo largo del disco. La voz llega mezclada con voces externas como las de MrBruv y Faye, reforzando la idea de que todo el álbum se construye a partir de momentos compartidos. No es una canción con estructura cerrada, más bien parece una escena atrapada en el momento justo antes de estallar.
Con 'Daydrinking in Springfield' la cosa se vuelve más cercana. La canción remite a veranos calurosos en Oregon, cuando trabajar en un huerto significaba también quedarse con los amigos, con una rutina medio laboral medio festiva. Esos detalles se meten en la producción, con sonidos que aparecen y desaparecen como recuerdos borrosos. El tema no intenta levantar una historia universal, más bien se agarra a una imagen muy concreta que gana fuerza al estar rodeada por otras tan distintas.
'Childhood Crush' se cuela como uno de los momentos más cálidos del disco. Con la voz de Cinya Khan en primer plano, la canción se sostiene entre ternura y cierto malestar, como si cantar sobre el pasado arrastrara también una incomodidad que no se puede evitar. Los arreglos no buscan elegancia. Todo suena como si hubiera sido grabado en la misma habitación donde se escribió la letra, con los cables tirados y las ventanas cerradas.
Los pasajes instrumentales funcionan como zonas de respiro, pero sin bajar la intensidad. Dana and Alden estiran las posibilidades del ritmo, juegan con sonidos que no vienen de ningún lado concreto y logran que cada tema tenga su propia lógica. En lugar de perseguir una narrativa clara, se enfocan en dejar que las ideas respiren. Y eso se nota: los sintetizadores raros y las cajas de ritmos no suenan como referencias, sino como herramientas para probar. Lo importante no es de dónde vienen los sonidos, sino lo que provocan cuando se repiten, cuando se rompen, cuando se mezclan.
En los pocos momentos donde aparece la voz, el sentido se vuelve más concreto. Son puntos donde algo se enuncia sin rodeos. Los temas vocales no se presentan como piezas principales, pero cargan con un peso emocional que contagia todo lo que viene después. No se sienten separados del resto del álbum; más bien, parecen parte de la misma conversación larga que atraviesa los 18 cortes.
El trabajo de Charif Megarbane se nota sin imponerse. Acompaña, guía, pero también se deja arrastrar por el impulso de Dana and Alden. Esa relación permite que el disco respire en direcciones inesperadas, que tenga momentos de desorden con intención. 'Speedo' suena a habitación cerrada, a pruebas, a grabaciones interrumpidas que se terminan convirtiendo en piezas finales.
Cada canción parece haber sido capturada en su momento más abierto. Dana and Alden no buscan cerrar lo que hacen. Prefieren dejarlo en movimiento, sin etiquetas. En 'Speedo' no hay una idea de final; todo se mantiene activo, como si en cualquier momento alguien pudiera volver a tocar algo, a añadir otra capa. Esa forma de trabajar se conecta con su manera de estar en el mundo. Participan de giras, de redes, de escenas, pero sin encajar del todo en ninguna. En vez de adaptarse, arrastran lo que les importa y lo transforman en música que vibra con sus propias reglas.
'Speedo' se mueve entre lo cotidiano y lo descontrolado, sin filtrar emociones ni ideas. No busca dar sentido a todo lo que toca, más bien lo lanza al aire y se queda escuchando lo que rebota. En esa forma de registrar sin corregir, de grabar sin limpiar, Dana and Alden consiguen que cada corte sea una especie de cápsula, no cerrada, sino todavía en construcción. Cada vez que suena, algo distinto se cuela. Y ahí está su fuerza.
Conclusión
Dana and Alden amplifican sus ideas más desordenadas y las organizan en 'Speedo', un álbum que funciona como diario y como manifiesto, desde la evocación de lo cotidiano hasta la referencia explícita a figuras políticas.