En la densa niebla del tiempo, donde los recuerdos se distorsionan y el presente se vuelve difuso, 'Sinister Grift' emerge como un punto de luz. Panda Bear, con la voz curtida en la fragilidad del paso de los años, convierte cada melodía en una trinchera desde la que contempla el mundo que ha dejado atrás. Como un explorador del sonido, Noah Lennox no se aferra a la nostalgia, sino que la moldea, la fragmenta y la reviste de nuevas texturas. Su octavo álbum es un paisaje sonoro donde la claridad y la incertidumbre conviven en un mismo espacio, donde la luz y la sombra se reflejan en la misma superficie.
Los primeros compases de 'Praise' proyectan un espejismo de ligereza: armonías radiantes, percusión despreocupada y un ritmo que parece invocar el optimismo. Sin embargo, la aparente calma de las primeras canciones se va desdibujando a medida que el disco avanza. En 'Anywhere But Here', la voz de su hija Nadja se entrelaza con un eco de resignación, mientras la línea de bajo serpentea en una cadencia hipnótica. La idea de un hogar en movimiento, de un espacio perdido entre el deseo y la realidad, impregna cada verso.
El sonido de Panda Bear siempre ha sido una combinación de elementos en apariencia dispares: una estructura pop que nunca se deja atrapar del todo, una instrumentación rica en detalles que no teme sumergirse en lo experimental. En 'Sinister Grift', esta tensión se resuelve de forma inesperada. Si en trabajos anteriores Lennox se refugiaba en la densidad del reverb o en el caos controlado de sus capas sonoras, aquí se permite una mayor apertura, un contacto más directo con la emoción sin los filtros habituales.
El disco adquiere su verdadera forma en su segunda mitad, cuando la inercia inicial se ralentiza y las canciones adquieren un peso distinto. 'Venom’s In' se desliza con una cadencia contenida, donde cada palabra parece calculada para no alterar el equilibrio. En 'Left in the Cold', la melancolía se apodera del espacio, con un Panda Bear que acepta la distancia y el desgaste sin buscar consuelo fácil. Es un momento de suspensión, de reconocimiento de lo perdido.
Pero el punto culminante de 'Sinister Grift' llega con 'Elegy for Noah Lou'. Es un epílogo espectral donde la instrumentación se reduce al mínimo, dejando que la voz se quiebre entre el eco de la distancia. Hay algo ritual en su interpretación, una forma de despedida que no busca explicaciones. Panda Bear siempre ha sabido jugar con la ilusión de lo cíclico, pero aquí parece romper con su propio molde.
El cierre con 'Defense' devuelve una sensación de avance. La presencia de Cindy Lee en la guitarra aporta una textura de despedida, un final que no se aferra a lo ya dicho, sino que deja abierta la posibilidad de un nuevo comienzo. En su conjunto, 'Sinister Grift' es un reflejo de los ciclos emocionales: la negación disfrazada de euforia, la aceptación como un eco lejano y la reconstrucción como un murmullo apenas audible.
Panda Bear, a sus 46 años, no se conforma con revisitar sus propios paisajes sonoros. En 'Sinister Grift', toma lo aprendido, lo desarma y lo reconfigura en una estructura más orgánica, donde cada colaboración aporta una capa de matices. Es un disco que no se entrega al derrotismo, pero tampoco pretende disfrazar la dureza del cambio. Entre luces difusas y sombras persistentes, encuentra un nuevo espacio donde habitar.
Conclusión
'Sinister Grift' expande el universo de Panda Bear con un lenguaje más inmediato, pero no menos evocador. El disco alterna entre el brillo de un pop renovado y la bruma de una melancolía latente, transformando el paso del tiempo en un vaivén de armonías luminosas y sombras persistentes.

