En 'Showbiz!', MIKE no se disfraza de estrella ni fuerza una narrativa de ascenso o redención. Su voz emerge desde la fatiga de la repetición, de un presente sin cortes publicitarios. La música no es un escape, sino un ejercicio de permanencia: un rapero que se escucha a sí mismo en bucle, en grabaciones nocturnas que capturan tanto la lucidez como el agotamiento. Si en discos anteriores había una cierta voluntad de encontrar algo parecido a la paz, aquí todo transcurre en la inercia de una maquinaria sin fin.

La estructura del álbum refleja esa dinámica: 24 pistas que flotan en una cadencia imprecisa, con temas que apenas superan los dos minutos y se suceden sin advertencia. No hay rupturas dramáticas ni puntos de inflexión. La producción, dominada por su alias dj blackpower, combina loops de soul y jazz con un tratamiento de sonido que evoca una radio encendida en una habitación vacía. En 'Then we could be free..', una voz sampleada se convierte en un coro fantasmagórico que acompaña a MIKE sin invadir su espacio. 'The Weight (2k20)' intercala un ritmo bebop con su rap susurrado, mientras que en 'Man in the Mirror' una melodía fragmentada sostiene una meditación sobre la identidad y el desgaste.

Las letras refuerzan esa sensación de desplazamiento constante. En 'Bear Trap', el ciclo de trabajo y fatiga aparece desde los primeros compases: “I was tryna make it out the trap, but I was stuck inside the bear trap”. 'Pieces of a Dream' dibuja un horizonte donde la recompensa nunca llega, solo la posibilidad de seguir avanzando: “This life get cold and wet, now I know that the rain ain’t done”. Y en 'Artist of the Century', la lucidez golpea en una línea que resume el costo de la persistencia: “The prize isn’t much, but the price is abundant”.

A pesar de su brevedad, cada canción está repleta de texturas. 'Da Roc' introduce una capa de glitch-hop que interfiere con la voz de MIKE, como si el propio formato se resistiera a encasillarlo. 'Miss U' cede espacio a duendita para un interludio R&B que desdibuja el ritmo del álbum y sugiere un momento de respiro. Sin embargo, cualquier atisbo de escape se desvanece en el cierre de 'Diamond Dancing (Broke)', donde la distorsión y los sintetizadores deshacen cualquier idea de conclusión.

En 'Showbiz!', MIKE no busca consolidar un relato ni proponer una salida. Su voz recorre los mismos escenarios, deja huellas en loops sin resolución y se desvanece sin un aplauso final. Más que un testimonio, el disco es un estado de permanencia, la constatación de que el acto de crear no siempre conduce a una revelación, sino a la insistencia de seguir diciendo algo, aunque nadie responda.