Review

U.S. Girls - Scratch It

U.S. Girls

2025

7.7


Por -

Meg Remy publica ‘Scratch It’ bajo el nombre de U.S. Girls, una denominación que ha usado para canalizar distintas formas de producción musical desde hace más de quince años. Aquí, su rol como autora toma el centro sin necesidad de artificios formales. En ‘Scratch It’, el proyecto se sitúa en una linde: no del todo confesional, tampoco ajeno al mundo exterior, sino en una posición de observación silenciosa, como si se escribiera desde el centro de un territorio recién cartografiado. La elección de grabar en diez días sobre cinta analógica, junto a una banda de músicos afincados en Nashville, no parece una declaración de estilo sino una necesidad formal para sostener la naturaleza densa, a veces contradictoria, de lo que se cuenta. La cinta como límite, no como nostalgia.

La perspectiva de Remy atraviesa lo material sin romantizarlo. Desde el comienzo con 'Like James Said', el cuerpo es la primera superficie que aparece, no para celebrarlo, sino para conducirlo al agotamiento. La estructura recuerda a una instrucción coreografiada que no es coreografía, donde las frases —“Stretch / Move / Pose / Groove”— marcan más una forma de soportar el malestar que de superarlo. El fondo instrumental, entre ecos de música de gimnasio y toques de funk oxidado, sostiene la idea sin romperla. La voz entra comprimida en un espacio pequeño, forzando un ritmo que no quiere encontrar aire.

En 'Dear Patti', el gesto se torna más estrecho, más enfrentado al propio lenguaje. La escena del festival, con Patti Smith en el mismo cartel, funciona como eje simbólico desde donde Remy ensaya una vulnerabilidad concreta. No se trata del homenaje esperable, sino de una distancia no resuelta entre el deseo de comunión y la inercia de una jerarquía invisible. El verso “Only two women on the stage that day” no se subraya: se deja caer, como un dato más en una crónica sin adornos. La instrumentación se reduce hasta quedar suspendida, dejando espacio para que las palabras pierdan seguridad.

'Firefly on the 4th July' toma un texto ajeno y lo convierte en un episodio desviado, donde el tono se endurece sin elevarse. Hay referencias al miedo nuclear y a una ansiedad disimulada por arreglos que coquetean con la ironía. El ruido intermitente, los arreglos alterados, y una voz que parece no estar cómoda con lo que dice ni con cómo lo dice, producen un efecto que no busca intensidad sino roce. La canción no persigue ningún desenlace: más bien, se instala en el punto donde las ideas dejan de organizarse.

‘The Clearing’ y ‘Walking Song’ proponen movimientos paralelos. La primera, construida sobre versos prestados y acompañada por una armónica de otra época, instala una imagen ambigua de violencia y paisaje. No hay épica ni nostalgia: solo una voz observando el daño desde la distancia. La segunda se aproxima al presente desde el ejercicio físico y el mantra simple —“walk walk walk”— que suena más a consigna para mantenerse en pie que a invitación a avanzar. Cuando aparece el griego “katabasis”, no hay ironía explícita, solo una forma de señalar que lo que se baja no siempre regresa.

‘Bookends’ se extiende durante casi doce minutos y no se sostiene como pieza central por su duración, sino por su arquitectura interna. Aquí, la escritura se agrieta con deliberación. La dedicatoria a Riley Gale, entre citas de libros de historia y cambios de tempo, permite que se crucen distintas voces sin necesidad de identificarlas. El uso de expresiones latinas, como “nolens volens”, no introduce una erudición sino un peso lingüístico que convierte cada palabra en un signo acumulativo. El paso del lamento a la sección final, con tintes de disco, rompe la linealidad sin desactivar la gravedad.

‘Emptying the Jimador’ regresa a un terreno más cerrado. La bebida, la escena del concierto y el cuerpo descalzo dan forma a un autorretrato sin indulgencia. Hay una mezcla de lucidez y descontrol, de conciencia de los límites y necesidad de sobrepasarlos. La frase “It’s not the bottle I adore / It’s the way / It makes me say just what I mean” funciona como núcleo de esa tensión entre expresión y riesgo. La banda se contiene, sin exhibicionismos, dejando espacio para que el texto se escuche como monólogo interior.

‘Pay Streak’ desborda el marco biográfico para reconstruir una voz ficticia desde un tiempo específico. Se habla de territorios áridos, de trabajos duros, de una búsqueda que no se define nunca del todo. La voz no actúa, se afirma, pero suena cansada. El acompañamiento insiste en formas tradicionales sin asentarse en ninguna del todo: guitarras rítmicas, armónica, piano. El resultado no es pastiche, sino registro de una vivencia que no necesita ser real para parecer cierta.

El cierre con 'No Fruit' deja una sensación de advertencia. El juego con la jardinería y la luna no es metáfora ingenua: es un mecanismo de evaluación de daños. “You will surely suffer shallow roots” no se lanza como profecía sino como diagnóstico. Aquí el bajo se tensa, la guitarra se distorsiona y la voz se encoge. No hay catarsis ni despedida. Solo un corte seco que impide el regreso.

‘Scratch It’ no busca ser entendido a la primera escucha. Cada canción parece desplegarse con una autonomía incómoda, como si la cohesión no fuese la meta. U.S. Girls graban con velocidad pero no con prisa. Lo que permanece no es el estilo, sino la forma en que la voz decide cuánto decir, cuánto guardar y en qué tono mantener la ambigüedad sin caer en el silencio.

Conclusión

U.S. Girls despliega en 'Scratch It' una escritura vocal minuciosa, en un disco donde la cinta magnética, el lamento doméstico y el cuerpo presente transforman cada canción en una escena entre el control y la pérdida.

7.7

Álbum

U.S. Girls - Scratch It

Artista

U.S. Girls

Año

2025

Discográfica

4AD

Tratando de escribir casi siempre sobre las cosas que me gustan.