Review

Kilynn Lunsford - Promiscuous Genes

Kilynn Lunsford

2025

7


Por -

Durante más de dos décadas, Kilynn Lunsford ha ocupado un espacio difícil de nombrar dentro del paisaje musical estadounidense. Ya desde Little Claw, pasando por Taiwan Housing Project, ha desafiado los márgenes establecidos por la industria, los géneros y el relato autocomplaciente del underground como bastión de creatividad establecida. Ahora, con ‘Promiscuous Genes’, lo que aparece no es una consolidación ni una mutación sino un recorrido lateral, como quien explora el perímetro de una ciudad enterrada buscando sonidos menos codificados.

Lo que se presenta en este disco no es un juego de referencias sino un sistema de señales rotas, pistas enrevesadas y estructuras cuyo desgaste parece intencionado. Junto a Donald Bruno, su cómplice habitual, Lunsford esquiva cualquier forma convencional de transparencia. El álbum actúa como un artefacto que opera en la tensión entre lo reconocible y lo distorsionado, entre lo percusivo y lo disonante. Si hay una constante, es la voluntad de torcer el espacio de escucha: nada en ‘Promiscuous Genes’ se deja estar.

‘My Amphibian Face’ introduce una repetición mínima que roza el mantra, con Lunsford susurrando “Slither on the ground” sobre una base escueta, más próxima al pulso de una máquina biológica que a un compás humano. Esa tensión entre lo orgánico y lo mecánico recorre el disco sin resolverse. No hay concesiones, solo zonas de fricción que se dilatan y comprimen. En ‘Disney Girls’, relectura de un tema de The Beach Boys, las capas se apilan con una lógica impredecible: aparece un silbato, se altera la entonación, la armonía se vuelve herramienta de desconcierto.

En ‘Nice Quiet Horror Show’, la voz se multiplica y alterna entre dulzura artificial y amenaza latente, flotando sobre un ritmo que imita la pulsación de una fiesta colapsada. Aquí lo evocador no proviene de la nostalgia sino de la imposibilidad de recuperar un sonido sin adulterarlo. ‘Some Mothers Do’ deja una línea como “Modern day fairytales, sex films, Roger Ailes”, más como vestigio que como mensaje. Los significados no se aclaran: se acumulan, se rozan, y siguen adelante sin mirar atrás.

‘Let’s Eat’ y ‘Gateway to Hell’ consolidan un bloque más rítmico, más inmediato, aunque no por ello más accesible. Los elementos que componen las canciones, bajo cavernoso, percusión distorsionada, voces filtradas, no se ensamblan como partes de una maquinaria sino que parecen estar en pugna, como si cada fragmento del tema luchara por mantener su autonomía. No hay resolución ni desenlace; solo acumulación de energía desplazada.

La presencia de versiones como ‘You Never Give Me Your Money’ o ‘Maisie’ no aporta familiaridad sino desconcierto. Lunsford extrae estos temas de su contexto para hacerlos incomparables. La canción de los Beatles se convierte en un artefacto disonante, mientras que la de Syd Barrett se convierte en un eco desfigurado. En ambos casos, se trata de gestos que no buscan reinterpretar sino desprogramar.

‘Saddest of Dreams’, hacia el cierre del disco, parece condensar todo el proyecto en una forma engañosamente convencional. La estructura pop está ahí, apenas visible, pero lo que prima es una especie de desplazamiento emocional que hace que todo suene como a través de un cristal empañado. No hay exaltación ni melancolía, solo una persistente vibración de algo que no termina de cuajar.

Kilynn Lunsford y Donald Bruno no trabajan con la lógica del estilo ni del género, sino con un modo de composición que hace de la interrupción una estrategia. ‘Promiscuous Genes’ no está concebido para fluir ni para satisfacer ningún patrón de escucha preestablecido. Es un álbum que utiliza los restos del pop, el funk mutado y el ruido como elementos que no buscan cohesión sino desplazamiento.

Cada pista parece generarse desde una incomodidad estructural: los sonidos no se apoyan, se resisten. Lo instrumental tiene un espesor que no permite el descanso. Las letras, lejos de querer ser comprendidas, aparecen como signos que estallan antes de anclarse a un sentido. Lunsford no construye canciones para que sean interpretadas, sino para que afecten.

Este álbum funciona como una especie de estación intermedia entre el impulso físico y la desorientación mental. La danza no se plantea como celebración, sino como síntoma. En ese sentido, ‘Promiscuous Genes’ no representa un punto de llegada ni una ruptura evidente, sino una deriva sostenida que encuentra en el ruido, el ritmo dislocado y el uso radical de la voz, una forma de mantenerse en movimiento sin pactar con el orden.

Conclusión

Kilynn Lunsford arma en ‘Promiscuous Genes’ un itinerario ruidoso y corporal, hecho de loops trastabillantes, distorsión vocal y capas que simulan desórdenes. El dúo con Donald Bruno convierte la incomodidad rítmica en dirección artística estable.

7

Álbum

Kilynn Lunsford - Promiscuous Genes

Artista

Kilynn Lunsford

Año

2025

Discográfica

Feel It

Tratando de escribir casi siempre sobre las cosas que me gustan.