Model/Actriz aparecen como un colectivo que interpreta la realidad como un espacio donde la confrontación y la autoexploración colisionan. ‘Pirouette’, su segundo álbum, no se puede comprender solo como una secuela de ‘Dogsbody’; es más bien un replanteamiento de la relación entre sonido, cuerpo y deseo. Aquí no hay complacencia ni adornos: cada fragmento es una fricción directa contra las estructuras que suelen proteger al oyente del vértigo. Este trabajo surge en un momento donde lo confesional se convierte en un arma de doble filo, reclamando atención mientras simultáneamente disecciona las cicatrices que permanecen ocultas.
El álbum se erige como un ejercicio de presencia física: no porque sus pistas estén hechas para cualquier pista de baile, sino porque cada golpe de batería, cada línea de bajo y cada estallido de guitarra son decisiones tomadas con una precisión quirúrgica. Sin embargo, pronto surge una tensión: esa misma meticulosidad ahoga por momentos los matices, como si el disco temiera romper su propio molde. Canciones como ‘Vespers’ y ‘Cinderella’ muestran cómo la energía queda encapsulada en estructuras previsibles, donde la repetición sustituye a la evolución.
‘Diva’ intensifica la fricción entre agresión y teatralidad. Allí, Haden lanza un estribillo desafiante: “I’m such a fucking biiiiitch, girl, you don’t even know”. El problema es que ese impacto inicial se diluye rápido, con capas instrumentales que acaban generando un ruido más plano que afilado. La producción de Seth Manchester, aunque precisa, tiende a comprimir demasiado, dejando poco espacio para que la vulnerabilidad vocal respire. Este defecto se amplifica en cortes como ‘Poppy’, donde el bajo de Aaron Shapiro se vuelve predecible, sosteniendo los temas por inercia más que por intención.
Uno de los momentos más ambiciosos es ‘Doves’, que evita el colapso previsible: en lugar de desatar una explosión sonora, la canción se repliega, permitiendo que el espacio se llene de matices melódicos. Pero incluso aquí, esa construcción medida puede dar la impresión de frialdad, como si el grupo temiera al desborde emocional. Cuando llegan temas como ‘Acid Rain’, el intento de variar hacia terrenos acústicos introduce una diversidad que no termina de integrarse, resultando más en una curiosidad aislada que en una parte orgánica del conjunto.
‘Headlights’, con su interludio hablado, sugiere un terreno de fragilidad honesta, pero su brevedad y ubicación en el álbum lo hacen parecer una nota al margen, más que un eje narrativo. La secuencia final, con ‘Ring Road’ y ‘Baton’, refleja cómo el disco oscila entre la contención y el impulso, sin atreverse nunca a entregarse del todo a ninguna dirección. La percusión opresiva y las guitarras cargadas de distorsión cierran un ciclo que, aunque lleno de contrastes, a menudo parece más interesado en mantener la tensión que en ofrecer un desarrollo real.
Las intenciones de Model/Actriz son claras: quieren desafiar, seducir y descolocar. Pero en ‘Pirouette’, esa ambición se ve limitada por decisiones que priorizan el control sobre la espontaneidad. Los momentos de riesgo verdadero son escasos, y las variaciones estilísticas tienden a sentirse insertadas más como experimentos que como elementos vitales del tejido del disco. El resultado es un trabajo que, pese a sus destellos de lucidez y tensión bien construida, a menudo se queda atrapado en su propio laberinto de diseño y forma.
En ‘Pirouette’ no hay espacio para la comodidad, pero tampoco para la liberación total. Las canciones exigen atención constante, no por su complejidad formal, sino porque retuercen los nervios del oyente sin ofrecer una catarsis genuina. El álbum funciona como una coreografía donde cada movimiento ha sido pensado para sostener al oyente al borde, pero rara vez se permite dar el salto. El resultado es un disco que construye un universo propio, aunque limitado, donde cada detalle contribuye a un retrato preciso pero restringido de tensiones humanas en estado sonoro.
Conclusión
Model/Actriz construyen en ‘Pirouette’ un relato sobre el deseo y la exposición, intercalando estallidos industriales con melodías que rozan lo confesional.

