Hay sonidos que no buscan consuelo, palabras que insisten en su propio eco como si fueran más una pregunta que una afirmación. ¿Cómo transformar lo cotidiano en un espacio donde lo sublime y lo aterrador puedan coexistir? ‘Perverts’, el nuevo EP de Ethel Cain, parece plantear esta y otras cuestiones mientras se despoja deliberadamente de cualquier rastro de convencionalidad. Es un trabajo que exige ser escuchado en soledad, con la misma intensidad que se reserva para enfrentar una pesadilla recurrente. Quizás, incluso, sin buscar respuestas.
El proyecto parte de una perspectiva casi performativa: aquí no hay canciones para cantar al volante ni melodías que se adhieran a la memoria con facilidad. En su lugar, Ethel Cain construye un refugio sonoro para la incomodidad, abordando temas como la culpa, la fe y el amor desde ángulos tan torcidos como la humanidad que los produce. Más que una extensión de su debut, ‘Preacher’s Daughter’, este EP parece una bifurcación radical en su narrativa, un espacio para explorar el ruido como vehículo de significado.
El corazón de lo inquietante Desde su primer track, el homónimo ‘Perverts’, Cain establece un tono donde lo religioso y lo grotesco convergen. Una reinterpretación distorsionada del himno ‘Nearer My God to Thee’ da paso a un paisaje sonoro en el que las palabras “heaven has forsaken the masturbator” resuenan como un mantra opresivo. Más que una simple provocación, estas frases encapsulan el dilema central del disco: una búsqueda de pureza que se ve continuamente saboteada por la propia naturaleza humana.
La exploración de la perversión se aborda de manera literal y figurada a lo largo del EP. Canciones como ‘Punish’ relatan historias de culpa ineludible, mientras que ‘Housofpsychoticwomn’ transforma frases como ‘I love you’ en un eco aterrador. En ambos casos, el ruido ambiente y la producción experimental refuerzan la sensación de estar atrapado en un ciclo de obsesión y arrepentimiento.
Tracks como ‘Pulldrone’ y ‘Etienne’ eliminan casi por completo la estructura tradicional de una canción, optando por drones prolongados y capas de ruido industrial. ‘Pulldrone’, con sus 15 minutos de duración, es quizás la pieza más emblemática del EP. La voz de Cain recita fragmentos como “I want to know what God knows” sobre un fondo de zumbidos persistentes, creando una experiencia más cercana al ritual que a la música convencional.
En contraste, ‘Vacillator’ y ‘Amber Waves’ ofrecen momentos de relativa claridad. La primera, con su estructura más melódica y percusión sutil, funciona como un oasis en medio del caos, mientras que la segunda cierra el EP con un aire de resignación melancólica. Sin embargo, incluso estas canciones mantienen una sensación de distancia, como si fueran recuerdos deformados por el paso del tiempo.
‘Perverts’ no es un EP que busque ser comprendido a la primera escucha. Más bien, se presenta como un desafío, una invitación a sentarse con el desconcierto y examinarlo desde todos los ángulos. Ethel Cain ha creado una obra que no teme ser difícil, incluso alienante, porque entiende que en esa fricción se encuentra su poder. Es un disco que plantea más preguntas que respuestas, pero quizás esa sea su intención desde el principio: dejar que el oyente se pierda en su propio reflejo.
Conclusión
Con ‘Perverts’, Ethel Cain sumerge al oyente en un espacio sonoro opresivo, develando la fragilidad humana en un crisol de ruido, religión y autoanálisis.

