Folk Bitch Trio arrancan desde un lugar incómodo. No tanto por provocación, sino porque parecen no terminar de decidir dónde quieren estar. El nombre impacta, pero no basta con eso. En ‘Now Would Be A Good Time’ buscan hablar desde la cercanía, la incomodidad afectiva, los enredos emocionales que no tienen orden. Pero en vez de levantar algo tenso o imprevisto, se quedan atrapadas en un tono correcto que apaga cualquier impulso. Hay momentos donde se intuye que podrían haber ido más lejos, pero el disco escoge mantenerse contenido, como si tuviera miedo de incomodar del todo.
El arranque con ‘God’s A Different Sword’ tiene fuerza, pero no despega. La línea “Can’t deny it, my body keeps the score” queda ahí, colgando, sin generar el impacto que parece prometer. La melodía es tibia, los arreglos no incomodan, y aunque la letra apunta a algo más oscuro, lo que llega al oyente es una versión aligerada, suave, casi desinfectada de la tensión que insinúa.
En ‘The Actor’, intentan poner una historia personal sobre la mesa, pero se queda como anécdota. El juego entre lo íntimo y lo teatral tiene potencial, aunque todo se resuelve en una estructura demasiado pulida. Las voces están empastadas con habilidad, eso sí, pero la armonía constante acaba funcionando como un escudo, amortiguando cada frase que podría haber dolido un poco más.
‘Moth Song’ se alarga sin urgencia. La canción quiere parecer vulnerable, pero le cuesta sostener el peso de sus propias imágenes. La colaboración con el violín de Anita Clark añade algo de textura, aunque el resultado se disuelve en un clima brumoso que no lleva a ningún sitio. Se habla de amor no correspondido, de confusión, de delirio, pero todo con un tono tan uniforme que lo inquietante desaparece.
Con ‘Hotel TV’ sí aparece una escena más concreta. Se construye una pequeña historia donde el deseo y el desconcierto conviven en una habitación. Hay televisión encendida, insomnio, pensamientos cruzados. Pero incluso en ese momento de mayor claridad, la canción se queda sin tensión interna. Las imágenes están bien lanzadas, aunque el desarrollo no deja huella.
‘Cathode Ray’ presenta algo más físico. “Everybody needs somebody to make their body come undone”, repiten. Hay una intención de llevar el cuerpo al primer plano, de cargar la canción de deseo y frustración. Pero el planteamiento es algo forzado. El juego con lo hiperbólico no termina de cuajar, y en lugar de expresar agotamiento, la canción parece perderse entre capas que no se definen.
El tramo final del disco se presenta más disperso. ‘Foreign Bird’ quiere incorporar más matices, con un inicio casi ingenuo que luego se transforma, pero sin una evolución clara. ‘That’s All She Wrote’ tiene una buena base instrumental, sencilla y cíclica, aunque la letra insiste en contrastes entre lo físico y lo afectivo que ya se han trabajado antes en el disco, sin aportar una mirada distinta. En ‘Sarah’ aparecen detalles eléctricos, referencias cruzadas, una ligera deriva hacia otros registros sonoros. Pero ese movimiento llega tarde, cuando el tono ya está demasiado fijado.
El cierre con ‘Mary’s Playing the Harp’ parece apuntar a una escena final íntima, en plena carretera, pero la construcción emocional resulta algo previsible. “I’m a long way from home”, repiten, como queriendo resumir todo el trayecto emocional del disco. Sin embargo, lo que se percibe es más una frase de cierre que una conclusión sentida.
Folk Bitch Trio trabajan con ideas que podrían haber sido incómodas, punzantes o incluso absurdas. Tienen talento para observarse y observar a su entorno, pero lo que llega a través de este disco es una versión demasiado moderada de todo eso. La pulcritud de las voces, la limpieza del sonido, la estructura medida de cada tema, todo parece empujar a un mismo terreno de seguridad. 'Now Would Be A Good Time' intenta ser confesional sin ensuciarse, y en ese intento se le escapa el nervio.
Conclusión
'Now Would Be A Good Time' de Folk Bitch Trio se construye desde escenas personales sin dramatismo. El disco se articula con precisión entre relatos específicos, armonías vocales tensadas y arreglos que acaban por diluirse entre lo perfectamente medido.