La música, en tiempos de incertidumbre, no siempre escoge el camino más diáfano. En algunos casos, como el que plantea 'Noble and Godlike in Ruin' de Deerhoof, el trayecto parece deliberadamente accidentado. En un mundo acostumbrado a la estética de lo pulido, la obra de esta banda norteamericana y japonesa apuesta por desmembrar las formas hasta devolverlas a un estado salvaje, anterior a cualquier domesticación cultural. La referencia a Mary Shelley no es anecdótica: la noción de criatura cosida, viva a pesar de su incongruencia, recorre no sólo el título del álbum sino su misma naturaleza musical.
Deerhoof publican aquí un trabajo que parece conversar más con las ruinas que con los monumentos. Una propuesta que, en su apariencia caótica, refleja fielmente un tiempo marcado por fracturas políticas, tecnológicas y emocionales. 'Noble and Godlike in Ruin' avanza como un organismo descompuesto que se empeña en mantenerse erguido, desplegando una energía inquieta, a ratos festiva y, en otros momentos, completamente desbordada. No se percibe un esfuerzo por reconstruir un orden perdido sino más bien un intento obstinado de generar vida en medio del colapso.
La apertura del disco, 'Overrated Species Anyhow', funciona como una dedicatoria amarga a la alteridad, dirigida a "savages", "aliens" y "animals". Estas palabras resuenan como una aceptación de lo otro, del error, de aquello que se margina por no encajar en moldes predefinidos. La pieza flota sobre un tapiz de percusión y texturas ambientales, anunciando que lo que viene no será una escucha cómoda.
'Sparrow Sparrow' revienta cualquier expectativa de linealidad: un zumbido eléctrico que arrastra al oyente a una confrontación directa con la disonancia. La estructura irregular, los giros bruscos de ritmo y las intermitencias de la voz de Satomi Matsuzaki generan una sensación de alerta permanente, como si cada compás fuese el umbral de un nuevo colapso.
En 'Kingtoe' emerge un conflicto explícito entre lo orgánico y lo mecánico. La frase "You make machines & I am one" expone la tensión entre la autonomía y la programación, entre la emoción genuina y la conducta impuesta. Este tema atraviesa buena parte del álbum, donde los instrumentos suenan a menudo como engranajes defectuosos en lucha por producir melodía.
'Return of the Return of the Fire Trick Star' y 'A Body of Mirrors' despliegan un juego de espejos donde el reflejo siempre devuelve una imagen deformada. El primero introduce una base rítmica más accesible sobre la que las excentricidades guitarrísticas se desbordan, mientras que el segundo flota en un espacio más etéreo, bordeando lo onírico sin renunciar al zarpazo noise que interrumpe cualquier atisbo de serenidad.
'Ha, Ha Ha Ha, Haaa' recupera la aspereza más frontal del álbum. Matsuzaki, en esta ocasión, opta por diluirse entre las guitarras rasposas y los golpes percusivos, desechando casi por completo cualquier intención narrativa clara. El ruido no es un accidente aquí, sino una lengua franca.
'Disobedience' se eleva como uno de los momentos más densos del conjunto. Construido sobre capas de órganos, guitarras y percusión en expansión constante, el tema condensa la sensación de asfixia que recorre todo el disco. La repetición insistente de la palabra "adrift" subraya el desarraigo, el extravío emocional y político.
'Who Do You Root For?' introduce nuevas texturas, incluyendo la irrupción de saxofones, que amplifican el clima de saturación y dispersión. La voz de Matsuzaki se presenta como una réplica distante, una sombra de comunicación que nunca alcanza del todo al interlocutor.
En 'Under Rats', la colaboración con Saul Williams rompe la uniformidad vocal mantenida hasta entonces. Su timbre más nítido y directo choca frontalmente con la volatilidad sonora construida por Deerhoof, provocando un efecto de extrañamiento que siembra aún más confusión.
Cierra el álbum 'Immigrant Songs', un mosaico sonoro que reagrupa todos los elementos anteriores. Desde las referencias al trabajo invisibilizado ("i was the baker / of the sweets / for your party!") hasta la amarga constatación de la exclusión ("you think we're in your house"), el tema finaliza con una melodía que se descompone en gritos, un lamento que no reclama pertenencia sino autonomía.
'Noble and Godlike in Ruin' despliega un conjunto que se resiste a la conciliación o la simpleza. Cada tema articula la tensión entre la destrucción y la posibilidad de persistir, entre el caos absoluto y los pequeños destellos de comunicación y afecto que, de forma obstinada, surgen entre los escombros.
Conclusión
Deerhoof en ‘Noble and Godlike in Ruin’ exponen, sin indulgencias, el choque entre un mundo en ruinas y la obstinada necesidad de reconstruirlo desde la disonancia.