Review

Artificial Go - Musical Chairs

Artificial Go

2025

7.2


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Tres personas comparten vivienda, ensayan, graban, cocinan al aire libre durante la gira, se reparten los instrumentos. Artificial Go hacen lo necesario para que sus canciones nazcan desde un espacio que, más que creativo, es logísticamente compartido. ‘Musical Chairs’ arrastra esa convivencia en cada pista, como si cada uno de sus cortes fuese una habitación más o menos ordenada de la misma casa. No hay grandes conceptos detrás, tampoco una estética impuesta: lo que aparece es el registro de una actividad diaria cargada de sonidos organizados con intuición, gracia y control mutuo. Al escucharlo, se impone una idea: el hogar no es un refugio, sino un ensayo.

No parece que la grabación haya estado regida por ninguna búsqueda premeditada de identidad sonora. De hecho, sus componentes han insistido en que no partieron de ningún principio claro, ni durante la composición ni en la forma de articularse como grupo. Aun así, los resultados muestran otra cosa: una organización flexible, pero sólida; una dirección caótica, aunque contenida por capas sonoras que se estructuran sin necesidad de repetirse. Hay una conciencia concreta de lo que se quiere mostrar, sin necesidad de reducirlo a una sola fórmula. Y eso se siente en la forma en que las canciones de ‘Musical Chairs’ se encadenan, sin simular una unidad total pero tampoco rompiendo la continuidad interna.

‘Lasso’ abre el disco con una urgencia de juguete: los golpes rítmicos parecen calculados desde la euforia, mientras la voz irrumpe con un fraseo que ordena sin imponer. La estructura tiene algo de persecución infantil, pero bajo una instrumentación que alterna contención y desorden. De ahí se pasa a ‘Yaya’, donde la comunicación parece sustituida por exclamaciones que podrían tener origen animal o maquínico. En ambos temas se percibe una tensión que no busca resolverse, sino mantenerse flotando. Lo mismo ocurre con ‘Circles’, donde se enumeran razas de perro mientras el ritmo se sostiene en un juego de entradas y salidas controladas.

Las letras no intentan narrar, sino que van disponiendo frases como si fueran objetos que se acumulan en una habitación cerrada. La fuerza del conjunto no viene del mensaje, sino de la forma en que esas frases, dichos o interjecciones se disponen sobre una base sonora en constante desplazamiento. En ‘The World Is My Runway’ la autoafirmación se presenta como un desfile interior: “I wear my birthday suit to a fashion show in my kitchen”. Esa escena doméstica, enfrentada al tono categórico de la afirmación, convierte el verso en una imagen de extrañeza calculada.

Hacia la mitad del disco, el tono se desvía sin abandonar la línea general. ‘Red Convertible’ se basa en una percusión mínima, con elementos aparentemente improvisados: botellas, metales, chasquidos. Allí, las capas se acumulan sin sobresaturar, permitiendo que el tema evolucione desde una base rítmica hasta una melodía que funciona como una miniatura autosuficiente. Más adelante, ‘Playing Puppet’ sustituye la exuberancia anterior por un clima opaco, contenido, con frases suspendidas sobre acordes lentos y dispersos. Se perfila así una crítica suave, pero firme, sobre los moldes de comportamiento impuestos desde la infancia. Las palabras se deslizan sin moralizar, pero el desconcierto que producen se mantiene.

El tramo final encuentra al grupo en un estado de mayor expansión. ‘Tight Rope Walker’ articula una secuencia de imágenes sobre el desequilibrio sin caer en dramatismos: la voz se mueve entre el recitado y la melodía, mientras la guitarra acústica establece un marco casi estable. En ‘Hallelujah’ vuelve el empuje de la primera parte del disco, aunque atenuado por una producción más difusa, en la que los instrumentos se disuelven sin llegar a desaparecer. Cierra ‘Sky Burial’, una pieza que parece perder progresivamente sus propias referencias, usando elementos de percusión repetitiva, líneas de bajo elásticas y una mezcla en constante desplazamiento. No hay clímax: solo una dispersión controlada, como si cada sonido estuviese buscando otro lugar.

‘Musical Chairs’ funciona sin necesidad de apoyarse en un tema central ni en una imagen cohesiva. Lo que une a las canciones es el movimiento interno de cada una, su forma de contradecir o acompañar lo anterior. Artificial Go utilizan las herramientas a su alcance —una casa, algunos instrumentos, tiempo compartido— para construir un disco en el que lo doméstico, lo performativo y lo sonoro se mezclan sin necesidad de diferenciarse. Y en ese proceso logran algo difícil: que la música suene como si ya estuviera ocurriendo antes de que la canción empiece.

Conclusión

Artificial Go publican ‘Musical Chairs’, un disco donde las imágenes del hogar, el disfraz y los animales domesticados se confunden con estructuras musicales en tránsito constante, logrando una obra de fricción juguetona y tensión armónica.

7.2

Álbum

Artificial Go - Musical Chairs

Artista

Artificial Go

Año

2025

Discográfica

Feel It

Tratando de escribir casi siempre sobre las cosas que me gustan.