Ciertos discos parecen grabados a través de las paredes finas de un apartamento compartido, con discusiones encadenadas, decisiones impulsivas y algún objeto roto fuera de plano. ‘Moths Strapped To Each Other’s Backs’, el primer LP del cuarteto neoyorquino Bedridden, arrastra ese sonido: hay algo colgado, desordenado y urgente en estas diez canciones que no permite contemplaciones. No responde a una lógica de presentación sino a una exposición directa, como si el grupo empujara a quien escucha a meterse de lleno en las mismas habitaciones cargadas donde esas letras fueron escritas. En vez de pulir, Bedridden deciden arrastrar.
El grupo presenta este álbum tras varios años transitando de ciudad en ciudad, escenario en escenario, hasta encontrar en Brooklyn un punto desde el que disparar su ruido. Las canciones surgen del impulso de registrar situaciones que no han sido digeridas del todo, más como una huida hacia adelante que como balance. Cada historia que se acumula en el disco nace de una colisión: con un entorno inestable, con vínculos que se mantienen a la fuerza, con una rutina donde todo se siente a punto de desbordarse. Y aun así, no hay épica ni heroísmo, sino una colección de escenas pequeñas que terminan cayendo una sobre otra.
El título del disco alude a una imagen tan gráfica como desquiciada: polillas atadas por la espalda, sin rumbo claro, arrastrándose mutuamente hasta agotarse. De ahí emerge buena parte del tono de los temas. La apertura con ‘Gummy’ no deja espacio para acomodarse: una percusión entrecortada da paso a guitarras con el volumen al límite y una historia de desconexión entre euforia inducida y rechazo pasivo. Desde el principio, se marca la pauta de una energía que se sostiene más desde la rabia y el cansancio que desde el entusiasmo.
‘Etch’ baja un poco la velocidad, pero sin dejar atrás la fricción. La letra se desliza como una conversación con uno mismo que va girando en bucle, hasta terminar repitiendo acusaciones. En ese tramo, Bedridden se permiten abrir huecos en la instrumentación, generando espacios de tensión más que de alivio. No se trata de calmar el ritmo sino de observar cómo los silencios también pueden sonar a ruido.
‘Chainsaw’ es una escena concreta convertida en canción, una discusión por un objeto doméstico convertida en detonante. La instrumentación da vueltas sobre sí misma sin buscar una salida, mientras la voz gira entre exasperación y burla. ‘Heaven’s Leg’ retoma esa fórmula pero con una estructura más pesada, más densa, donde los riffs parecen querer aplastar todo lo que hay alrededor. Aquí, la violencia es más lenta, más acumulativa, y la narración se centra en un encuentro extraño que parece haber dejado una marca sin sentido.
‘Philadelphia, Get Me Through’ sirve como punto de quiebre: un intento de escapada que no consigue del todo su objetivo. El tempo se dispara, las guitarras giran sobre patrones irregulares, y la sensación que deja es más de colapso que de liberación. ‘Mainstage’ y ‘Snare’ mantienen esa tensión, cortando de forma abrupta cualquier posibilidad de desarrollo largo. Son piezas que entran y salen rápido, como peleas que no terminan de decir todo pero que ya han hecho suficiente daño.
En la parte final, hay una transformación sutil. ‘Uno’ introduce un tono más irónico, con líneas que se doblan entre autocrítica y desencanto. Las melodías siguen igual de cargadas, pero ahora aparece un registro menos tenso, más sarcástico. ‘Bonehead’, por su parte, recurre a una estructura más monótona y opaca, como si la banda decidiera entregar la energía al desgaste. La última canción, ‘Ring Size’, ofrece una especie de tregua: no porque haya un cierre definitivo, sino porque por primera vez se abre una ventana, aunque no esté del todo limpia.
'Moths Strapped To Each Other’s Backs' es un disco que opera con los márgenes del colapso: en lo sonoro, en lo relacional, en lo narrativo. No intenta resolver, ni redimir, ni decorar sus escenas. Bedridden se sitúan justo en el momento en que todo sigue en marcha, aunque a trompicones, y registran desde ahí. El resultado es un álbum donde cada canción carga con una historia inconclusa, una frase sin terminar o una emoción que no se ha enfriado. En esa acumulación, el disco encuentra su forma: irregular, directo y sin márgenes suaves.
Conclusión
Bedridden presentan en 'Moths Strapped To Each Other’s Backs' un conjunto de situaciones límite con riffs desbordados y letras que repasan roces personales, fiestas truncadas y frustraciones que nunca terminan de apagarse.

