A medida que las bandas maduran, a menudo se ven tentadas a aferrarse a un sonido familiar y probado. Pero el cuarteto de Montreal Corridor ha hecho lo contrario en su cuarto álbum 'Mimi', reinventándose de manera audaz después de una década juntos. Este trabajo de 32 minutos representa un giro estimulante, un collage conceptual de ideas frescas que reflejan los cambios vitales que han atravesado sus integrantes.

Mientras que álbumes anteriores como 'Junior' (2019) exhibían un enfoque apurado y centrado en las guitarras, 'Mimi' muestra a Corridor abriéndose a nuevos terrenos con una paleta más refinada y atmosférica. La incorporación del multi-instrumentista Samuel Gougoux, conocido en la escena experimental local, fue clave para este renovado sonido. Su experiencia en la música electrónica permitió al cuarteto priorizar los sintetizadores y los ritmos programados sobre las seis cuerdas.

El resultado es un álbum que toma lo mejor del indie rock de la última década: las guitarras puntiagudas del post-punk más luminoso y los ambientes soñadores del shoegaze bañado por melodías pop. Desde la misteriosa apertura ambiental de ‘Phase IV’ hasta el maravilloso cierre onírico de ‘Pellicule’, 'Mimi' es un torbellino envolvente de canciones estratificadas y multidimensionales.

Pero más allá de sus innovaciones sónicas, 'Mimi' también explora temas existenciales poco comunes en el indie rock. A lo largo del álbum, el vocalista Jonathan Robert medita sobre la mortalidad y las responsabilidades que conlleva la edad adulta, desde redactar testamentos hasta adquirir seguros de vida para proteger a sus seres queridos.

Esta inquietud existencial alcanza su punto álgido en ‘Mourir Demain’, una oda progresiva a la inevitabilidad del final. Sobre un lecho de trompetas triunfales y guitarras que se retuercen, Robert expresa su dificultad para aceptar la propia mortalidad a medida que su familia crece. Es un concepto sombrío, pero la pieza concluye con una catártica explosión que celebra la vida.

Estos temas maduros se entretejen con un espíritu lúdico y experimental que define a 'Mimi'. Las canciones están llenas de momentos psicodélicos y disonancias estimulantes que mantienen al oyente en vilo. Un ejemplo es la vertiginosa vorágine de riffs entrelazados que es ‘Jump Cut’, donde Robert y el vocalista/bajista Dominic Berthiaume entretejen voces sobre un vórtice de teclados enloquecidos.

Ese carácter anárquico, combinado con una manifiesta habilidad compositiva, hace que 'Mimi' brille en sus momentos más accesibles y experimentales por igual. Temas como ‘Caméra’ y ‘Mon Argent’ tienen ganchos pegadizos y melodías encantadoras, pero también se deleitan perturbando esos elementos con interludios kraut-rock y ambientes psicotrópicos.

Es un enfoque arriesgado, pero uno que paga dividendos al mantener al oyente constantemente intrigado y cautivado. Justo cuando crees tener una pista del camino que tomará la canción, Corridor cambia de dirección con un nuevo giro o textura sorprendente.

En gran medida, el éxito de 'Mimi' se debe a la forma en que integra todos estos elementos dispares en un todo coherente. Gracias a los arreglos meticulosos y la producción rica en detalles, incluso los pasajes más frenéticos y aleatorios tienen un propósito y una dirección. Nada se siente forzado u obligado.

Después de una década de su formación, 'Mimi' demuestra que Corridor sigue siendo un grupo en constante evolución, una banda desafiante y ambiciosa que rehúye las fórmulas fáciles. Es un disco de elaboración compleja pero accesible, serio pero juguetón, atmosférico pero contundente. Sobre todo, es un testimonio convincente de que la creatividad y la toma de riesgos aún pueden verse recompensadas en el ámbito del rock independiente.

 'Mimi' consolida a Corridor como una de las bandas de rock alternativo más emocionantes e impredecibles en la actualidad. Sin perder su esencia de post-punk vanguardista, han llevado su sonido en una nueva dirección psicodélica y expansiva que debería cautivar tanto a fans establecidos como a nuevos oyentes.