La música como refugio, como espejo roto. Benjamin Booker regresa tras años de silencio con un trabajo que no busca complacer, sino confrontar. 'LOWER' no es un álbum fácil: es un diario abierto escrito con acordes distorsionados, beats que resuenan en el pecho y letras que desnudan fantasmas. Nacido en un entorno marcado por la intolerancia —banderas confederadas y cruces quemadas en el jardín—, Booker encontró en el punk y el blues un lenguaje para escapar. Ahora, tras un paréntesis vital que incluyó mudanzas desde Los Ángeles hasta Australia, regresa con once canciones que son mapas de su psique.
'LOWER' funciona como un collage de emociones en conflicto. La producción, a cargo de Kenny Segal, no adorna; desgarra. Guitarras que crujen como maderas viejas, sintetizadores que gotean ambientes opresivos, samples que interrumpen como recuerdos intrusivos. Booker no canta: susurra, gruñe, se quiebra. Hay rabia contenida en 'Black Opps', donde la ironía sobre el militarismo se esconde tras un riff repetitivo y un beat que avanza como un tanque. Pero también hay vulnerabilidad extrema en 'Slow Dance in a Gay Bar', un tema que aborda la búsqueda de conexión desde una voz casi ahogada en reverberación.
El álbum oscila entre lo narrativo y lo abstracto. 'LWA in the Trailer Park' relata una tragedia infantil con la frialdad de un documental, mientras guitarras eléctricas y pianos desafinados dibujan un escenario desolado. En contraste, 'Pompeii Statues' juega con metáforas geológicas —¿son las víctimas de un volcán esculturas fallidas?— sobre una base de loops hipnóticos que recuerdan a un mantra. La letra aquí no es lineal: es un puñado de imágenes que el oyente debe unir.
La colaboración con Segal imprime un carácter cinematográfico. 'Speaking with the Dead' evoca escenas de películas de bajo presupuesto grabadas en bares de carretera, con sintetizadores que emulan cuerdas en descomposición. En 'Rebecca Latimer Felton Takes a BBC', el título provocador —una referencia a una figura histórica racista— contrasta con una instrumentación minimalista, casi industrial, donde cada silencio pesa más que las notas. Booker no juzga; expone. La canción funciona como un espejo deformante de la historia estadounidense, sin moralejas ni consuelos.
El corazón del álbum late en su ambivalencia. 'Same Kind of Lonely' podría ser un himno pop si no fuera por los samples de disparos y llantos de bebé que irrumpen a mitad de tema. La letra, deliberadamente vaga —"Dream like you want me to / Dream like it’s me and you"—, se convierte en un ejercicio de proyección: ¿habla de relaciones fallidas, de la industria musical, de la alienación digital? La respuesta queda suspendida. Incluso en 'Hope for the Night', el cierre, no hay redención: solo un bajo que se desvanece y ecos de guitarra que se funden en la nada.
A nivel instrumental, 'LOWER' es un campo de batalla. Las guitarras no melódicas de 'New World' chocan con arreglos de cuerdas fantasmal, mientras que 'Heavy on My Mind' reduce la instrumentación a un acústico y susurros ambientales, como si Booker estuviera componiendo en una habitación a oscuras. Este contraste entre lo denso y lo desnudo refleja la dualidad del disco: la lucha entre el deseo de ser escuchado y el miedo a la exposición.
No es un álbum para escuchar de fondo. Exige atención, incomoda. En 'Show and Tell', la aparente sencillez de una estructura folk se ve interrumpida por capas de distorsión que crecen hasta ahogar la voz. Es aquí donde Booker demuestra que su evolución no radica en la experimentación por sí misma, sino en usar el ruido como lenguaje. Cada distorsión, cada silencio abrupto, cuenta una historia paralela a las letras.
'LOWER' podría interpretarse como un ejercicio de autodestrucción artística. Booker se aleja del blues tradicional que lo encasilló, abrazando un sonido fragmentario que rechaza etiquetas. Pero en esa destrucción hay creación: un espacio donde lo personal y lo político, lo íntimo y lo colectivo, se funden sin jerarquías. No es un disco sobre respuestas, sino sobre la necesidad de seguir haciendo preguntas, incluso si estas no tienen destinatario. En un mundo donde la música suele aspirar a ser consuelo, Benjamin Booker prefiere ser herida abierta.
Conclusión
En 'LOWER', Benjamin Booker navega entre la crudeza lírica y texturas oníricas. Letras sobre identidad y memoria se entrelazan con ritmos fracturados, marcando un punto de inflexión en su trayectoria.

