Review

Lido Pimienta - La Belleza

Lido Pimienta

2025

6.5


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Lido Pimienta publica ‘La Belleza’ en un momento de madurez conceptual en el que sus ideas no buscan imponerse, sino resonar. No se trata de una obra de ruptura, sino de desplazamiento. La distancia que separa este disco de los anteriores se mide en una transformación de las formas, no de las obsesiones. En medio de esa transición, opta por una configuración orquestal como estructura principal, una decisión que, más que un salto de estilo, encarna un giro metodológico. Aquí no se trata de experimentar con el formato sinfónico como decorado sonoro, sino de entenderlo como médula para una narración emocional codificada en arreglos, timbres, silencios y tensiones.

Hay en este trabajo un movimiento constante entre lo concreto y lo simbólico. Pimienta se vale de una paleta sonora que recoge elementos rituales, referencias históricas de peso y tensiones personales para trazar un mapa donde cada pieza no busca cerrar un trayecto, sino abrir múltiples sentidos. ‘La Belleza’ no se organiza alrededor de una línea argumental explícita. Se aproxima más bien a una serie de bloques afectivos que articulan fragmentos biográficos, imaginarios ancestrales y estructuras musicales que nunca terminan de cerrarse del todo. La duración del disco, apenas por encima de la media hora, condensa un recorrido que exige atención a cada desvío, como si cada segmento fuera una pequeña liturgia doméstica.

La apertura con ‘Overturn (Obertura de la Luz Eterna)’ plantea un punto de origen en lo abstracto. El uso de la trompeta y las voces sin palabras funciona como una invocación sin necesidad de anuncio, ubicando a la oyente dentro de un espacio de contención sin referencias temporales claras. Esa ambigüedad se sostiene en ‘Ahora’, donde la percusión de tambores, los coros graves y las cuerdas generan una atmósfera ceremonial que apunta directamente a una memoria colectiva, pero sin reproducirla desde la nostalgia. En ese tema se escucha una frase coral que refiere al ritual Wayuu: “Eso mismo buscan ancestros / Es la ceremonia de los restos”. La dimensión política de esta evocación no se declama, se inscribe como parte de un continuo vivo.

El núcleo emocional del álbum se articula a través de ‘Quiero Que Me Beses’, ‘Aún Te Quiero’ y ‘¿Quién Tiene La Luz? (El Perdón)’, piezas que avanzan sobre la base de conflictos íntimos. Las cuerdas y vientos funcionan como extensiones del cuerpo, como si el gesto romántico se desmembrara en capas de armonía y disonancia. En ‘Quiero Que Me Beses’, el deseo no aparece en clave celebratoria, sino como un rastro persistente que resuena en la insistencia de versos como “Dame más recuerdos”. La repetición no implica énfasis, sino obstinación por conservar lo que se ha ido. Algo similar ocurre con ‘Aún Te Quiero’, donde los metales y los silencios exponen la contradicción entre lo que se dice y lo que no se puede sostener.

‘Mango’ introduce una tensión distinta: la sensualidad sugerida en la imagen del fruto maduro se despliega sobre una base mínima de arpa, pero nunca se convierte en alivio. La voz se sobrepone al arreglo como si estuviera narrando un recuerdo interrumpido, más físico que emocional. Lo corporal se vuelve paisaje en ese tema. La relación con el entorno natural se afirma no desde una mirada idealizada, sino como huella inscrita en el deseo. Esta forma de hablar del territorio a través de lo táctil se complementa con ‘El Dembow del Tiempo’, donde la percusión insiste en un ritmo cíclico que no dirige el tiempo hacia adelante, sino que lo pliega sobre sí mismo. Las maderas buscan una melodía que no aparece, como si el tema quedara suspendido en la búsqueda de un centro inestable.

El tramo final con ‘Tengo Que Ir’ y ‘Busca La Luz’ establece una salida que no es resolutiva. La despedida no está en las letras, sino en la manera en que las armonías se dispersan. En la última canción, el clamor “¡Que viva el Caribe libre!” se enuncia como un impulso, no como una consigna. Pimienta canta “Sé la luz” como si esa frase, más que una invitación, fuera una forma de aceptar un desplazamiento inevitable. No hay solemnidad en esa exhortación, solo una insistencia en habitar la fisura entre lo heredado y lo elegido.

‘La Belleza’ no se sostiene en una sola dirección temática ni en un único lenguaje. Lo que articula sus nueve piezas es un modo de procesar la transformación a través del sonido. Pimienta no utiliza la orquesta como recurso estético, sino como vehículo para registrar un tránsito vital y cultural que se manifiesta en capas. Cada canción funciona como una escena sonora en la que se proyecta una dimensión afectiva concreta: el duelo, la conexión, la separación, la memoria. Más que cerrar un ciclo, este álbum fija un punto intermedio, una zona donde las preguntas se disuelven antes de poder formularse.

Conclusión

En ‘La Belleza’, Lido Pimienta condensa una idea de pertenencia que se ancla en ritmos caribeños, arreglos orquestales y frases que oscilan entre lo íntimo y lo litúrgico.

6.5

Álbum

Lido Pimienta - La Belleza

Artista

Lido Pimienta

Año

2025

Discográfica

Anti

Tratando de escribir casi siempre sobre las cosas que me gustan.