Hay discos que no se conforman con ser un pasatiempo sonoro. ‘Isidro’ de Rosa Bordallo es uno de ellos. Se trata de un álbum que transita entre lo íntimo y lo colectivo sin ofrecer tregua. Cada una de sus canciones funciona como una grieta por la que se filtra una historia personal que, sin necesidad de proclamas, acaba por ser un reflejo de historias mayores. Bordallo, nacida en Guam y residente en Nueva York desde su juventud, ha construido un disco en el que las capas instrumentales y líricas avanzan en paralelo, superponiéndose como las voces de quienes buscan un hogar que ya no es el mismo.
Los diez temas que componen ‘Isidro’ no se limitan a contar un relato lineal, sino que van tejiendo un tapiz sonoro en el que los recuerdos, la pérdida y el desencanto adquieren distintas texturas. Desde el arranque con ‘Home’, se hace evidente que el álbum no es un ejercicio de nostalgia vacía. La canción, con su guitarra evocadora y una percusión que parece contener un lamento latente, dibuja un escenario en el que la amenaza se ha vuelto rutina. “The profit-driven war games / Menacing our land” canta Bordallo, trazando una conexión entre la desposesión histórica y la violencia que persiste en su isla natal. Sin caer en consignas, el tema deja claro que la memoria es aquí un territorio en disputa.
A lo largo del álbum, las imágenes de desplazamiento y desarraigo aparecen una y otra vez. ‘Rogue Wave’ toma el vaivén de las olas como símbolo de una inestabilidad emocional que se vuelve imposible de controlar. La voz de Bordallo oscila entre la resignación y la rabia contenida, mientras la instrumentación va creciendo en intensidad hasta que la canción se precipita en su propio abismo. En ‘Crasseux’, la reconstrucción de un pasado fragmentado adopta una estructura más elusiva, como si las palabras fueran las cenizas de un fuego que nadie pudo apagar del todo. La música, con su progresión lenta pero inquietante, actúa como un eco de lo irrecuperable.
El álbum no se limita a un tono melancólico. ‘Silk Moth’s Revenge’ es una de las piezas más inquietantes del disco, no solo por su instrumentación vibrante y su estructura envolvente, sino por la manera en que plantea una crítica mordaz disfrazada de fábula. “At the heart, at the heart, at the heart of the matter / Is human nature” repite Bordallo en un mantra que transforma la aparente calma en un cuestionamiento sin respuesta. La crudeza del texto encuentra su contrapeso en una producción que enfatiza el desasosiego sin llevarlo al extremo del dramatismo. El resultado es un tema que deja su marca sin necesidad de subrayados.
Hacia el final del disco, ‘Buried Treasure’ y ‘I Feel Numb’ ofrecen dos enfoques distintos del mismo agotamiento emocional. Mientras la primera juega con la metáfora del hallazgo y la pérdida, la segunda se sumerge en una desesperanza más frontal. “I feel numb but numb’s not a feeling” es el verso que abre la última canción, un reconocimiento de que el dolor, llegado a cierto punto, se convierte en un estado del que ya no se puede salir. El tema se despliega con una instrumentación que roza lo cinematográfico, hasta que la traducción final de los versos a varios idiomas deja en evidencia la universalidad del desamparo.
‘Isidro’ no ofrece consuelo fácil, pero tampoco cae en el pesimismo gratuito. Sus canciones exponen las fisuras de la identidad, el impacto de la historia y el peso de la memoria sin necesidad de respuestas definitivas. Bordallo ha creado un álbum que, lejos de cerrarse sobre sí mismo, sigue resonando mucho después de haber terminado.
Conclusión
‘Isidro’ de Rosa Bordallo traza un recorrido entre la añoranza y la denuncia, entre el duelo personal y la historia colectiva. Sus canciones, cuidadas en cada matiz, llevan la marca de quien reconstruye recuerdos para no perderse.