La fragancia se convierte en acto de memoria, en hilo que arrastra fuera de la superficie cotidiana para hundirse en espacios de lo evanescente. Así construye Jenny Hval su ‘Iris Silver Mist’, donde los olores, reales e imaginados, articulan el mapa de un disco que se mueve entre lo sensorial y lo conceptual. En un presente saturado de algoritmos, la escucha aquí resulta tacto, piel, aliento contenido. Las canciones emergen como trazos en movimiento, resistiéndose a cualquier forma definitiva.
El contexto de este álbum conecta con las rupturas del mundo: las imposibilidades que trajo la pandemia, la pérdida del directo, la disolución de lo colectivo. Jenny Hval retoma todo ello para repensar qué significa seguir componiendo, interpretando, estando presente en un momento donde todo se evapora rápidamente. Si bien la referencia al perfume ‘Iris Silver Mist’ de Maurice Roucel marca el punto de partida, el álbum despliega una indagación sobre cómo lo etéreo deja huellas tan nítidas como cualquier forma sólida.
El primer tema, ‘Lay down’, abre con un paisaje en suspenso, donde la voz apenas roza los bordes de una instrumentación contenida que crece en capas sin llegar a estallar. Es una entrada que ya anuncia el gesto que recorre todo el álbum: un ir y venir entre presencia y desaparición, entre materia e idea. En ‘To be a rose’, Jenny Hval entrelaza imágenes de rosas y cigarrillos: “A rose is a rose is a rose is a cigarette.” Aquí, los cuerpos y los objetos se transmutan entre sí, las inhalaciones y exhalaciones generan una coreografía compartida.
‘I want to start at the beginning’ y ‘All night long’ exploran distintas formas de devenir. La primera se desliza como un murmullo interrumpido, una especie de balbuceo sonoro que captura el intento de volver al origen; la segunda atraviesa registros más amplios, donde las percusiones y las guitarras delinean un paisaje cambiante. En ‘All night long’, las referencias a cumpleaños en pandemia, a flores acumuladas que parecen anticipar un velorio, tensan el vínculo entre celebración y ausencia.
Los interludios (‘Heiner Müller’, ‘Spirit mist’, ‘The artist is absent’, ‘Huffing my arm’) funcionan como pequeños cortes que desordenan la linealidad, obligando a reajustar la escucha. Estos fragmentos añaden rugosidad al conjunto, insertando ruidos, susurros, grabaciones de campo que recuerdan que cada registro sonoro resulta corporal.
‘I don’t know what free is’ pone en primer plano el acto creativo: no como declaración explícita, sino como desplazamiento continuo entre lo que se construye y lo que se desarma. La canción arrastra resonancias exóticas, donde las arpas sintéticas se mezclan con percusiones discretas, configurando un espacio que evita definiciones fijas. ‘The gift’ y ‘A ballad’, hacia el cierre del disco, recuperan el lugar del escenario, pero no como espacio glorioso, sino como terreno incierto donde el sonido, la luz, el sudor y el deseo se entrelazan.
‘Iris Silver Mist’ logra construir un universo donde cada elemento remite a otro, donde las capas electrónicas, las texturas acústicas y los murmullos de la voz funcionan como ecos cruzados. Las referencias a lo cotidiano, un estacionamiento de hamburguesas, el humo de los cigarrillos, el derrame de una cerveza, aparecen como anclajes precisos que sostienen la arquitectura del álbum.
Jenny Hval presenta cada pista como una variación sobre lo que vibra en el margen, lo que nunca termina de coagularse en una forma definitiva. El resultado es un trabajo donde la música y el aroma, lo sonoro y lo táctil, el presente y el recuerdo, se entrelazan sin jerarquías. Una obra que, en su aparente fragilidad, se impone como una de las más consistentes de su trayectoria reciente.
Conclusión
En ‘Iris Silver Mist’, Jenny Hval construye un disco donde cada sonido evoca espacios que se desvanecen, donde las voces, los ruidos y los silencios se cruzan como capas de una memoria compartida.

