La agrupación inglesa Ride, uno de los nombres fundacionales del shoegaze en los años 90, ha regresado con 'Interplay', su séptimo álbum de estudio y el tercero desde su reunión en 2014. Este nuevo trabajo confirma la evolución que el cuarteto de Oxford ha venido experimentando desde su renacimiento, adentrándose en territorios estilísticos cada vez más alejados de sus raíces originales.
En 'Interplay', Ride explora con confianza y encanto los sonidos propios del synthpop y la new wave de los años 80, una influencia que se deja sentir en temas como 'Last Frontier', con sus melodías anhelantes y ambientes espaciosos que recuerdan a Echo & the Bunnymen. También resulta evidente este guiño a la década de los 80 en la oscura 'I Came to See the Wreck', con sus sincopados ritmos programados y orquestaciones lúgubres que evocan al Cure de 'Disintegration'.
Esta mirada hacia el pasado no se limita al synthpop, sino que la banda incursiona en otros estilos retro, como el trip-hop del extenso 'Essaouira' o las atmósferas minimalistas y etéreas de la pieza final 'Yesterday Is Just a Song', que sugiere una colaboración interespacial entre Pink Floyd y Gary Numan.
Sin embargo, Ride no abandona por completo su esencia característica. En 'Portland Rocks' reaparecen los poderosos muros de guitarras distorsionadas, las capas de texturas oníricas y las armonías vocales tensas que marcaron su época dorada a inicios de los 90. Algo similar ocurre en la cadenciosa 'Last Night I Went Somewhere to Dream', con su estructura basada en dinámicas en ebullición y ambientes cálidos de guitarras superpuestas.
En medio de estas exploraciones, el sencillo 'Peace Sign' intenta tender un puente entre el pasado y el presente de la agrupación, combinando sus afamadas armonías vocales con un ritmo rockero interrumpido por sintetizadores y procesamientos electrónicos.
Si bien esta diversidad estilística resulta interesante, también conduce a cierta falta de cohesión en 'Interplay', que a ratos suena más como un conjunto de ideas en desarrollo que como un álbum sólido. No obstante, es encomiable que Ride siga buscando nuevos horizontes creativos, aun cuando sus mejores momentos siguen siendo aquellos que recuerdan lo que los hizo únicos en primer lugar.
'Interplay' confirma la vitalidad creativa de Ride en su segunda etapa, ofreciendo una colección ecléctica de canciones que navegan entre el synthpop de los 80, el trip-hop, las texturas psicodélicas y los muros de guitarras propios del shoegaze. Si bien puede carecer de cohesión en ciertos pasajes, el álbum demuestra la confianza de una banda dispuesta a seguir explorando nuevos caminos, sin perder de vista sus raíces.


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