La nostalgia es un arma de doble filo. Para algunos, representa una forma de cerrar ciclos con dignidad; para otros, es un ancla que los arrastra al inmovilismo. 'Hurry Up Tomorrow' de The Weeknd se inscribe en la segunda categoría. Desde sus primeras notas, el álbum se exhibe sin disimulo como un conjunto de pistas diseñadas para la radiofórmula, con una producción que recicla fórmulas masticadas hasta la extenuación. No hay un último estallido de genialidad, sino una sucesión de trucos fáciles que buscan el impacto inmediato sin ofrecer una identidad propia.
El tiempo ha sido cruel con la paleta sonora de The Weeknd. No es que el canadiense haya sido alguna vez sinónimo de modernidad y sofisticación, pero ahora se siente más que nunca como un vestigio de los años 2010, atrapado en la misma estética sin asumir riesgos reales. 'Wake Me Up', que abre el disco con pretensiones de himno existencialista, suena a un intento desgastado de captar la atención sin una dirección clara. La electrónica de 'Cry For Me' y 'Open Hearts' parece fabricada con plantilla, adaptada a un esquema de estructuras trilladas que sacrifican cualquier atisbo de frescura.
En su búsqueda por dotar al disco de cohesión, The Weeknd introduce interludios y transiciones entre canciones, pero estos elementos no logran unificar un conjunto que se siente disperso y alargado sin justificación. 'Niagara Falls' y 'Enjoy The Show' son dos de los peores ejemplos de esto: canciones que parecen sobras de proyectos anteriores, infladas artificialmente para llenar el extenso minutaje del disco. En sus 22 pistas, el álbum tropieza una y otra vez con la misma trampa: producir música que aparenta tener sustancia pero que, al analizarla de cerca, se deshace en trivialidades.
Las colaboraciones tampoco salvan el resultado final. Playboi Carti en 'Timeless' y Future en 'Given Up On Me' aportan lo mínimo indispensable sin imprimir verdadera identidad. Lana Del Rey, siempre evocadora, aparece en 'The Abyss' con un registro fantasmagórico, pero su intervención no es suficiente para elevar una composición que ya llega agotada. En lugar de generar momentos memorables, las colaboraciones se integran sin dirección, como si fueran una obligación contractual más que un recurso artístico bien pensado.
Líricamente, The Weeknd se encierra en sí mismo sin una verdadera exploración de su discurso. 'Baptized In Fear' insiste en una narrativa de angustia personal, pero sus imágenes carecen de la potencia evocadora de sus primeros trabajos. 'Take Me Back To LA' y 'Give Me Mercy' intentan dotar al álbum de un tono introspectivo, pero se limitan a reformular temas que ya han sido abordados de manera mucho más efectiva en discos anteriores. Cuando llega 'Hurry Up Tomorrow', el corte que da título al disco, el desgaste ya es evidente. Su desenlace pretende ser una conclusión épica, pero lo que deja es la sensación de haber recorrido un trayecto demasiado largo para llegar a un destino insatisfactorio.
El desenlace de una etapa debería ser una declaración de intención, un punto final que sintetice lo que se ha construido y, al mismo tiempo, permita vislumbrar lo que podría venir después. 'Hurry Up Tomorrow' fracasa en ambas tareas. No resume lo mejor de The Weeknd, ni ofrece una perspectiva fresca sobre su futuro. En su lugar, es un disco atrapado en la inercia, incapaz de ofrecer algo más allá de una versión prefabricada de sí mismo. Si este es su último trabajo bajo este nombre, el final resulta más una obligación que una despedida genuina.
Conclusión
The Weeknd cierra su trilogía con 'Hurry Up Tomorrow', un disco que pretende ser un testamento artístico, pero que termina ahogado en su propia redundancia. Entre producciones recicladas y una obsesiva búsqueda del impacto radiofónico, el artista se despide con un trabajo que carece de verdadero peso emocional.