Hay momentos en los que la sensación de extrañamiento se instala de manera permanente. No es una cuestión de lugar, sino de perspectiva: observar el mundo sin sentirse parte de él, moverse entre espacios que no terminan de acoger. En 'Horror', Bartees Strange convierte esta distancia en un motor creativo, una fuerza que empuja cada canción a terrenos donde la vulnerabilidad y la afirmación se encuentran en constante tensión.

El disco es un reflejo de un tiempo convulso y de una identidad que se forja en la intersección de experiencias contradictorias. Desde la primera nota de 'Too Much', se percibe una voluntad de abarcarlo todo: el susurro folk que introduce la canción pronto se quiebra en un estallido de ritmos sincopados, un giro que define la narrativa sonora del álbum. La transición a 'Hit It Quit It' refuerza esta sensación de inestabilidad, con su mezcla de funk abrasivo y guitarras eléctricas que parecen al borde del colapso.

Cada tema de 'Horror' se presenta como una escena dentro de un relato mayor. 'Baltimore' toma la forma de un himno crepuscular, donde la búsqueda de un espacio propio se enreda con la certeza de que la pertenencia es un concepto escurridizo. "LA's got everything, except for people like mine / Chicago's perfect, but do you want to grind?", canta Strange, reduciendo la geografía de su vida a una serie de elecciones que nunca llegan a completarse. En 'Lovers', la angustia se filtra en una base de house oscuro, con percusiones que laten como un corazón acelerado en medio de la incertidumbre.

El peso de la historia también se siente en la lírica de '17', una de las piezas más incisivas del álbum. "The first time that I felt impending doom / Was realising I'm too Black for the room", canta Strange, encapsulando en una línea una sensación que atraviesa todo el disco. 'Loop Defenders' y 'Norf Gun' refuerzan esta temática con bases que oscilan entre el hip-hop y la electrónica, un sonido fragmentado que refleja la tensión latente en sus letras.

Jack Antonoff, en la producción, aporta una claridad que resalta los contrastes de 'Horror' sin atenuar su intensidad. 'Sober' se mueve entre la delicadeza y el estallido, con un estribillo que insiste en su propia imposibilidad: "That's why it's hard to be sober". 'Backseat Banton', el cierre del álbum, se siente como una liberación contenida, un himno melancólico que deja en el aire la incertidumbre sobre lo que vendrá después.

'Horror' no es un disco cómodo. No ofrece refugios fáciles ni certezas definitivas. En su mezcla de estilos y en sus cambios de tono, refleja el desasosiego de un tiempo en el que la identidad, la seguridad y el hogar se han vuelto conceptos difusos. Pero entre las grietas de su sonido emerge también una resistencia silenciosa, la afirmación de que incluso en el miedo puede haber un camino hacia algo nuevo.