El estómago suele ser el órgano de las certezas inmediatas, de las decisiones que escapan al filtro de la mente. En ese territorio ha querido adentrarse Baths en ‘Gut’, un trabajo que renuncia a la sublimación de las emociones y se sumerge en la cruda realidad de los impulsos. No hay aquí distancia entre el deseo y la desesperación, sino una superposición constante de ambas, un vaivén en el que cada instante de plenitud es socavado por la imposibilidad de sostenerlo.

Ocho años han pasado desde su último disco, y en ese tiempo el proyecto ha mutado sin perder su esencia. Si antes su música se refugiaba en la saturación y el artificio, aquí el sonido parece haber sido despojado de filtros. ‘Gut’ es un disco que golpea con una franqueza poco habitual en su discografía. Su aproximación a la sexualidad y el afecto está lejos de cualquier idealización: aquí el deseo es una fuerza sin adornos, que se manifiesta en el cuerpo sin necesidad de ser justificada.

En ‘Chaos’, Baths encapsulan la noción de su existencia romántica como una serie de conexiones efímeras que nunca terminan de cuajar en algo más estable. “How does anybody do it?” se pregunta, sin encontrar una respuesta. Mientras tanto, el tema se construye sobre una base de percusión irregular y melodías dispersas, como si la estructura misma de la canción reflejara la imposibilidad de fijar un rumbo claro.

Los momentos de mayor agresividad, como en ‘Eyewall’ o ‘American Mythos’, contrastan con la contención de ‘Cedar Stairwell’, una de las piezas más introspectivas del disco. Aquí, el sueño de una estabilidad afectiva se enuncia con una fragilidad casi inédita en su música. La escena que describe está cargada de una nostalgia anticipada, como si incluso en la fantasía la certeza de su fugacidad ya estuviera presente.

La contradicción entre la euforia y la desolación también se encuentra en ‘Eden’, donde la lírica oscila entre la exaltación del deseo y la pérdida de toda ilusión de permanencia. La música refuerza esta tensión con una producción que acumula elementos progresivamente hasta un clímax en el que la armonía parece al borde de la fractura.

El cierre del disco, ‘The Sound of a Blooming Flower’, deja un regusto amargo. La idea de que “some beauty just annihilates” resuena como una conclusión devastadora: hay experiencias que, lejos de ser redentoras, acaban por consumir todo a su paso. La composición acompaña esta sensación, transitando de un minimalismo casi etéreo a una acumulación de capas sonoras que terminan por desbordar cualquier intento de contención.

‘Gut’ es un disco sin concesiones, que encuentra su coherencia en la tensión constante entre lo que se anhela y lo que se rechaza. En este ir y venir, en esta imposibilidad de reconciliar el cuerpo con la mente, radica su verdadera fuerza.