Review

Tapeworms - Grand Voyage

Tapeworms

2025

8


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El eco de las máquinas pequeñas, la luz cruda de una estación a medio cerrar, una tarde cualquiera sin rumbo claro. Así se abre paso 'Grand Voyage', un disco que no pretende levantar la voz pero insiste en describir, con insistencia casi obsesiva, lo que ocurre cuando nadie parece mirar. Tapeworms publican este segundo LP como si fuera el informe parcial de una vida observada desde los márgenes: un punto entre la vigilia y el apagón de pantalla. Lejos de los estallidos emocionales o de cualquier impulso directo, la banda registra otro tipo de movimiento: aquel que sucede por inercia, como una cinta que gira sin tensión visible.

Es difícil precisar si la ruta trazada en estas doce canciones responde a un plan previo o al azar que gobierna los horarios de un aeropuerto. Cada uno de los temas sugiere una transición, pero sin señalar con claridad el destino. El trío francés, actualmente instalado en Japón, parece componer desde esa contradicción: estar lejos sin llegar del todo a ninguna parte. 'Grand Voyage' no busca dar cuenta de un lugar, sino del efecto que produce atravesarlo. El álbum se presenta como una serie de escenas capturadas al paso, reunidas con una atención especial a lo residual, lo que no se percibe al primer vistazo.

El disco fue escrito durante un momento de separación forzada. Las herramientas empleadas, samplers de bajo coste, teclados de juguete, sintetizadores FM, revelan tanto una urgencia práctica como una elección estética. Estos recursos no se integran como elementos exóticos, sino como una extensión lógica de su búsqueda sonora. Tapeworms no intentan hacer sonar estos dispositivos como algo más sofisticado de lo que son: los aceptan como medios legítimos para generar estructuras electrónicas que, sin ser grandilocuentes, resultan envolventes y llenas de capas. Este gesto, repetido canción tras canción, produce una continuidad que no depende de la melodía ni de los arreglos, sino de una determinada forma de observar.

Desde 'IRL' hasta 'Window Seat', el álbum traza un recorrido que, más que narrativo, se percibe como ambiental. Las voces apenas sobresalen entre las capas de compresión digital y los patrones rítmicos. No hay urgencia por comunicar una emoción concreta. En su lugar, se superponen pulsaciones que recuerdan a los sonidos que acompañan una espera: la música enlatada de una sala de embarque, los pitidos de un sistema automático, el zumbido constante de los tubos fluorescentes. La presencia de lo cotidiano se convierte en la estructura misma del disco, más que en un simple decorado.

'Playground' propone un dinamismo algo mayor, aunque nunca pierde esa sensación de desplazamiento sin dirección precisa. 'Puzzle', por su parte, ofrece una textura más fragmentada, en la que los elementos se acumulan como si fueran retazos de una memoria difusa. En 'Love & Pop', la banda experimenta con un tempo más marcado, mientras que en 'Safe and Sound' aparece una extraña calma, casi como si lo que se narra estuviera sucediendo bajo el agua. A lo largo de estos cortes, no hay una intención de exhibir cambios dramáticos: los matices se introducen de manera gradual, sin subrayados innecesarios.

Una parte esencial del disco reside en cómo logra fijar imágenes sonoras sin caer en el sentimentalismo. Tapeworms se posicionan frente a lo emocional con una distancia medida, más cercana a la observación que a la exposición. Las letras, escritas en inglés, refuerzan este enfoque. Frases como “I’ve been waiting for the light to stay” o “Can’t decide if I should leave or stay” aparecen como pensamientos sueltos, sin una voluntad clara de resolución. No hay conclusiones, solo registros parciales de una vivencia escurridiza.

La producción juega un papel determinante en esa atmósfera intermedia: ni limpia ni ruidosa, ni retro ni futurista, pero con componentes de todas esas categorías. En lugar de apostar por un sonido nítido o por una muralla de ruido, el disco se mueve en un punto medio, en el que cada elemento es perceptible, pero nunca dominante. Esto obliga a escuchar con atención, no por complejidad, sino por lo que podría pasar desapercibido.

'Grand Voyage' es un trabajo que, sin necesidad de alardes, deja la sensación de haber registrado algo específico. No se trata de un álbum construido para ser recordado por momentos brillantes, sino por su capacidad para mantenerse presente como una textura constante. Tapeworms parecen haber aceptado que el movimiento no siempre conlleva dirección, y que no todo trayecto necesita culminar en un destino definido para tener sentido.

Conclusión

Con 'Grand Voyage', Tapeworms transforman la desconexión en una secuencia electrónica que rehúye el dramatismo sin dejar de señalar los cambios invisibles del yo.

8
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Álbum

Tapeworms - Grand Voyage

Artista

Tapeworms

Año

2025

Discográfica

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Tratando de escribir casi siempre sobre las cosas que me gustan.