Review

Black Country, New Road - Forever Howlong

Black Country, New Road

2025

7.5


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Black Country, New Road publican un tercer disco que parece más bien un ejercicio de reubicación. Si antes las canciones eran ríos que avanzaban con el caudal emocional de un narrador inestable, ahora se convierten en territorios de paso, habitaciones breves que se habitan con cuidado. El álbum nace de un repliegue: abandonar lo que no se podía continuar y recomponer el movimiento con otras voces. En esa dinámica, ‘Forever Howlong’ toma la forma de una secuencia irregular de temas en la que el protagonismo se distribuye entre Georgia Ellery, Tyler Hyde y May Kershaw. No se trata de una suma de talentos ni de una rotación predecible, sino de un sistema en el que cada intervención desestabiliza la anterior.

Desde el primer corte, ‘Besties’, la banda se instala en un espacio ambiguo entre la complicidad afectiva y la exposición incómoda. La letra se balancea entre frases triviales y tensiones no resueltas, mientras un clavicémbalo hiperveloz inaugura un tono casi caricaturesco. No hay continuidad melódica prolongada, y la estructura parece romperse antes de consolidarse. Es una constante que se mantiene en otros cortes como ‘Salem Sisters’, donde el juego formal contrasta con la densidad de las imágenes: lo que empieza como una reunión veraniega termina en una escena de violencia sugerida.

Los momentos en que las voces se combinan, como en ‘Mary’, no buscan uniformidad. Cada timbre conserva su particularidad, incluso cuando convergen en armonías que parecen irrealizables por separado. Allí se advierte que el disco no busca cohesión como valor. Al contrario, las disonancias y los cambios bruscos de registro son los elementos que sostienen el movimiento. Esto es especialmente notorio en piezas como ‘Nancy Tries to Take the Night’, donde las decisiones rítmicas parecen desafiar cualquier patrón narrativo.

Kershaw firma dos de los temas más extensos y complejos del disco: ‘The Big Spin’ y ‘For the Cold Country’. El primero condensa en poco más de dos minutos una sucesión de cambios armónicos que dejan sin aire. El segundo es una construcción laberíntica que se expande como una parábola sin resolución. Ambas piezas desbordan cualquier categoría de estilo: lo clásico convive con lo improvisado, el tono solemne con lo infantil. La instrumentación, por momentos barroca, por otros casi minimalista, no responde a un principio estético común, sino a una lógica interna que parece derivar de la intuición y del montaje fragmentario.

En contraste, las composiciones de Hyde, como ‘Socks’ o ‘Happy Birthday’, muestran una narrativa más directa, a veces envuelta en arreglos más contundentes, aunque sin perder el carácter escénico que atraviesa el álbum. Su forma de cantar, menos afectada que la de sus compañeras, introduce una tensión entre lo dramático y lo doméstico, como si las escenas que describe se desarrollaran al margen de lo épico. En ‘Socks’, el malestar cotidiano se articula sin necesidad de grandes gestos, dejando que la acumulación de frases cargue el relato de un peso sutil pero constante.

Ellery, por su parte, firma dos canciones que enmarcan el álbum: ‘Besties’ al inicio y ‘Goodbye (Don’t Tell Me)’ al cierre. Ambas operan desde una lógica de desvío, evadiendo cualquier resolución. En ‘Goodbye (Don’t Tell Me)’, la frase “I’ve fallen in love with a feeling” aparece casi al final, sin aclarar qué tipo de vínculo nombra. El cierre no concluye nada. Más bien indica una continuidad fuera del disco.

Lo más llamativo de ‘Forever Howlong’ no es su complejidad instrumental ni la diversidad de estilos, sino su capacidad para mantenerse en el umbral entre lo inconcluso y lo revelador. Hay momentos de saturación, como en los coros de flautas de la canción titular, que bordean lo ridículo, pero logran sostenerse por su carga simbólica. El álbum no construye una narrativa sobre la pérdida o la renovación. En lugar de eso, propone una cartografía donde cada canción representa un lugar autónomo, sin que se imponga un recorrido obligatorio entre ellos.

El resultado no es un disco equilibrado ni estructuralmente firme. Más bien es una secuencia inestable de gestos musicales que coexisten sin jerarquía. El mérito no reside en haber superado una ruptura, sino en haberla diseminado en múltiples direcciones. Cada fragmento del disco contiene esa dispersión, ese rechazo a la linealidad. ‘Forever Howlong’ no busca una identidad nueva para Black Country, New Road, sino que permite que su identidad se disuelva, se reparta y se haga irreconocible por momentos. Y es ahí donde reside su singularidad: en la renuncia a tener una forma cerrada.

Conclusión

En ‘Forever Howlong’, Black Country, New Road deshacen los trazos de su pasado para entregar un álbum que se mueve entre la teatralidad, la vulnerabilidad lírica y un eclecticismo sonoro que privilegia lo narrativo sobre lo estructural.

7.5

Álbum

Black Country, New Road - Forever Howlong

Artista

Black Country, New Road

Año

2025

Discográfica

Ninja Tune

Tratando de escribir casi siempre sobre las cosas que me gustan.