En 'Erotica Veronica', Miya Folick se adentra en el deseo con una mirada que evita lo superficial, una exploración donde el instinto y la duda se entrelazan sin pedir permiso. Su voz, capaz de ir de la dulzura al estallido sin preámbulos, es el hilo conductor de un relato donde el deseo no es un capricho efímero, sino un impulso que exige ser descifrado.
El álbum se articula en torno a la tensión entre la búsqueda y la culpa, entre la necesidad de transgredir y el miedo a la pérdida. En 'Erotica', la canción que da título al disco, el encuentro fugaz con una mujer desconocida se reviste de euforia y de duda: “I just wanna flirt with a girl in broad daylight on the street”, confiesa Miya, mientras el sonido se balancea entre la levedad y la inquietud. La relación con lo prohibido se reitera en 'La Da Da', donde la fantasmagoría de un deseo silenciado se esconde tras una melodía que parece inofensiva, pero esconde un trasfondo de resignación.
No es un disco que se limite a la pasión como exaltación. Hay una dimensión mucho más cruda en 'Fist', donde la rabia contenida estalla en una violencia dirigida hacia uno mismo: “I punch myself in the face with my own little fist”, un verso que se convierte en la metáfora de una lucha interna que no encuentra fácil salida. La intensidad emocional no se traduce solo en letras viscerales, sino también en la construcción de un sonido que prioriza la inmediatez. Las guitarras, presentes en casi todo el disco, aportan una textura que oscila entre lo abrasivo y lo cálido, acentuando la dicotomía entre deseo y dolor.
'Prism of Light' introduce un respiro momentáneo, un intento de encontrar claridad en medio del tumulto emocional. Pero 'This Time Around' nos devuelve a la fragilidad, a ese instante donde el amor y el sometimiento se confunden: “You wrote me a letter I read on my phone / to tell me why to make you come I had to get choked”. Es un verso que desarma, porque en su franqueza encierra una verdad que rara vez se enuncia sin velos.
La construcción del disco responde a una lógica de contrastes. Si 'Hypergiant' se alza como un himno etéreo, 'Love Wants Me Dead' es el descenso a una espiral de obsesión que consume todo a su paso. La voz de Miya se pliega y se expande según la intensidad del relato, transformando cada canción en una exploración distinta del deseo y sus consecuencias. La producción, a cargo de la propia Folick junto a Sam KS, potencia esta diversidad sonora sin perder cohesión, permitiendo que cada tema respire a su manera.
El cierre del álbum con 'Light Through the Linen' deja una sensación ambigua. Hay un atisbo de resolución en la imagen de los “lotus flowers blossom in the mud”, una especie de renacimiento tras el caos. Pero no es un final limpio ni redentor, sino la constatación de que algunas heridas no cicatrizan del todo, y que la búsqueda persiste sin fáciles conclusiones.
'Erotica Veronica' se sumerge en el conflicto y lo habita sin pudor. Miya Folick no busca respuestas, sino el lenguaje que permita nombrar lo inasible, y en ese esfuerzo logra un trabajo donde cada palabra, cada acorde, parece estar al borde del abismo, sin miedo a caer.
Conclusión
Miya Folick entrega un disco donde la exploración del cuerpo y el anhelo se enfrentan sin reservas, en canciones que fluctúan entre la ternura y la desesperación.