El nuevo álbum de Wild Pink, ‘Dulling The Horns’, surge como una respuesta directa a la transformación personal y artística de John Ross, su líder. A través de diez temas que evocan una visión áspera y desenfocada, el disco se presenta como un paisaje sonoro moldeado por experiencias recientes, marcadas por la enfermedad y la paternidad. Ross, después de una lucha personal, refleja en su música un sentimiento de desgaste, comparable a la pérdida de filo de un objeto sometido al paso del tiempo. El álbum no busca una narrativa lineal, sino que navega por territorios quebrados, donde la fatiga y la esperanza se cruzan constantemente.
Desde el inicio, la banda establece un tono distinto. ‘The Fences of Stonehenge’, que abre el disco, ilustra este enfoque al preguntar repetidamente sobre la persistencia de las creencias. Ross, en su exploración de la desilusión y la tenacidad, enfrenta las dificultades con un tono casi resignado, donde la fe parece un resplandor lejano. El cansancio de la búsqueda no se disfraza de valentía, sino que se expone como un elemento que lo acompaña en cada acorde distorsionado. Aun así, la música de fondo no pierde fuerza, con guitarras que, más que adornar, golpean con insistencia, dejando un rastro de ruido que refleja la aspereza del recorrido vital que describe.
A lo largo de ‘Dulling The Horns’, se percibe un cambio en la forma en que Wild Pink aborda su proceso creativo. Si bien el álbum mantiene algunos elementos reconocibles de la banda, como los detalles atmosféricos y las melodías cuidadas, estos se ven envueltos en una textura más rugosa, alejada de la pulcritud de producciones anteriores. El álbum opta por una crudeza que se siente deliberada, como si Ross hubiera decidido no suavizar las asperezas de la vida. Las guitarras cobran protagonismo, generando una sensación de saturación que casi se convierte en la voz principal de varios de los temas.
Temas como ‘Eating the Egg Whole’ juegan con la nostalgia y la cultura popular, usando referencias a figuras deportivas y a momentos históricos que marcan una cierta visión del tiempo y la pérdida. El uso de imágenes triviales contrasta con la seriedad del mensaje, lo que aporta una perspectiva algo irónica a la narrativa del álbum. El recurso a lo cotidiano no es un escape, sino un espejo de la forma en que Ross observa la vida, con todas sus contradicciones. Esto se convierte en una constante en el álbum, que evita una visión unificada y, en cambio, se sumerge en una serie de reflexiones fragmentadas.
Sin embargo, la crudeza no implica una total ausencia de belleza en el disco. A lo largo de ‘Dulling The Horns’, Ross inserta pequeños momentos de claridad que contrastan con la opacidad general del álbum. En ‘Sprinter Brain’, una canción que parece una respuesta directa al agotamiento y la ansiedad, la instrumentación se abre a un piano límpido, que aporta un respiro antes de regresar a la intensidad de los sonidos distorsionados. El juego entre la calma y el ruido es una constante, una forma de lidiar con las tensiones internas que atraviesan la obra.
La estructura narrativa del álbum se mantiene deliberadamente abierta. Canciones como ‘Cloud or Mountain’ sugieren historias que nunca terminan de contarse del todo, con personajes y referencias que emergen y desaparecen. Esto refuerza la idea de un proceso inacabado, de una búsqueda que no pretende cerrarse con respuestas claras. Ross deja espacio para la ambigüedad, enfatizando que no siempre hay conclusiones definidas en la exploración de los propios límites. El álbum en sí mismo parece una serie de preguntas sin respuesta, más interesadas en el acto de formularlas que en encontrar una solución.
La producción de ‘Dulling The Horns’ refleja también este enfoque desenfadado. En lugar de la atmósfera pulida que caracterizó a álbumes anteriores como ‘A Billion Little Lights’, este LP apuesta por un sonido más directo y menos pulcro. Se grabó con la banda tocando en conjunto, buscando capturar la energía de una actuación en vivo. Esto dota al álbum de una inmediatez que lo hace sentir cercano, aunque nunca cómodo. Ross mismo reconoce que su intención no era suavizar ni embellecer su música, sino presentar una versión más real y expuesta de sí mismo y de su banda.
El cierre del disco, ‘Rung Cold’, ofrece una reflexión final que no busca grandes conclusiones. A través de versos que describen la saturación de la vida moderna y la dificultad de encontrar un sentido entre la rutina, la canción se disuelve en un ritmo constante, sin apuro por llegar a un clímax. Es un cierre adecuado para un álbum que prefiere las pausas y las dudas a las certezas. Si bien ‘Dulling The Horns’ no ofrece un cambio radical en la trayectoria de Wild Pink, sí representa un ajuste de enfoque, un acercamiento más crudo a la manera de concebir la música y su propia experiencia.
Conclusión
En ‘Dulling The Horns’, Wild Pink explora la resistencia frente al desgaste, con un sonido que captura la fricción de las experiencias recientes de su líder, entregando un álbum saturado de preguntas y distorsión.