Existen instantes en los que el tiempo parece detenerse. ¿Qué ocurre cuando se intenta capturar lo efímero de esos momentos en forma de música? En ‘Debí Tirar Más Fotos’, Bad Bunny no ofrece respuestas claras, sino que presenta un trayecto en el que el peso de la memoria, la identidad y el paso del tiempo se convierten en un campo de batalla sonoro. Este álbum no es simplemente un homenaje, es un cuestionamiento de lo que significa regresar a las raíces en un entorno donde las transformaciones son inevitables.
A través de 17 canciones, el disco sugiere una dualidad: mientras las melodías celebran la rica herencia cultural de Puerto Rico, las letras a menudo dibujan un panorama de pérdida y resistencia. ¿Puede la música sostener lo que se desmorona bajo el peso del cambio? Bad Bunny parece usar esta pregunta como motor creativo, buscando un equilibrio entre la resignación y la persistencia. El resultado, aunque fascinante en su concepto, no siempre alcanza el impacto que promete.
Desde el inicio, ‘Nuevayol’ marca el tono del álbum con una mezcla de salsa clásica y dembow que evoca tanto la diáspora nuyorriqueña como el arraigo insular. Sin embargo, mientras esta apertura promete una narrativa clara, el disco pronto se dispersa en direcciones a veces contradictorias. Canciones como ‘Voy a llevarte a PR’ y ‘EoO’ celebran las bases del reguetón clásico con producciones energéticas, pero su presencia destaca precisamente porque el resto del álbum parece alejarse de esos momentos de vitalidad. En lugar de construir un relato continuo, el disco oscila entre exploraciones sonoras que, aunque ambiciosas, resultan fragmentadas.
Un punto central de ‘Debí Tirar Más Fotos’ es su intento por integrar los géneros tradicionales de Puerto Rico como la plena, la bomba y la música jíbara. ‘Café con Ron’, con la colaboración de Los Pleneros de la Cresta, es un ejemplo notable de este esfuerzo, una celebración de la cotidianidad insular que resuena de forma rotunda. Pero este compromiso con la tradición también genera momentos menos convincentes, como en ‘Pitorro de Coco’, donde la mezcla de referencias culturales y arreglos instrumentales no logra cohesionar una propuesta sólida. El intento de Bad Bunny por equilibrar lo moderno y lo tradicional queda atrapado entre su aspiración conceptual y una ejecución que a veces parece indecisa.
En el plano emocional, el álbum aborda temas como la nostalgia, el desamor y la identidad. La pieza titular, ‘Debí Tirar Más Fotos’, encapsula esta melancolía con versos que resuenan en su simplicidad: ‘Debí tirar más fotos de cuando te tuve. Debí darte más beso' y abrazo' las vece' que pude’. Sin embargo, la emotividad de estas letras no siempre encuentra un respaldo consistente en las composiciones musicales, que en ocasiones carecen de la intensidad necesaria para sostener su carga narrativa. Canciones como ‘Turista’, aunque bien intencionadas, quedan en un espacio intermedio entre lo personal y lo genérico, dificultando que conecten de forma profunda con el oyente.
Uno de los aspectos más discutibles del disco es su enfoque en la denuncia social y la política. Temas como ‘Lo que le pasó a Hawaii’ abordan la gentrificación y la pérdida cultural de Puerto Rico, trazando paralelismos con el destino de Hawái tras su colonización. Aunque estas canciones destacan por su intención, el mensaje se diluye en una producción que a veces prioriza el esteticismo sobre la claridad del contenido. Este contraste entre forma y fondo deja al oyente con una sensación de que el álbum pudo profundizar más en sus temas más críticos.
Instrumentalmente, ‘Debí Tirar Más Fotos’ brilla en su uso de arreglos en vivo y colaboraciones con músicos locales. La inclusión de estudiantes de la escuela Libre de Música San Juan aporta frescura y vitalidad a temas como ‘Baile Inolvidable’ y ‘Weltita’. Sin embargo, esta riqueza instrumental también subraya las inconsistencias del álbum, donde algunas canciones parecen depender más de su producción que de su composición lírica. Mientras ‘Perfumito Nuevo’ logra un equilibrio efectivo entre experimentación y emotividad, otras piezas como ‘El Clúb’ se sienten más como ejercicios estilísticos que como aportaciones significativas al conjunto.
‘Debí Tirar Más Fotos’ también se enfrenta al desafío de su propia ambición. El intento de Bad Bunny por construir un álbum que sea a la vez un homenaje a sus raíces y una exploración de su madurez artística resulta desigual. Mientras que algunas canciones logran capturar el espíritu del proyecto, otras parecen quedar atrapadas en un terreno indefinido, ni plenamente innovadoras ni completamente fieles a su tradición.
En definitiva, este álbum representa una etapa de transición para Bad Bunny, un intento por reconciliar su identidad como figura global con sus orígenes insulares. Aunque ‘Debí Tirar Más Fotos’ contiene momentos de indudable belleza y reflexión, también exhibe las limitaciones de un proyecto que busca abarcar demasiado sin profundizar del todo en sus propuestas. Es un disco que deja la sensación de que, al igual que las fotos que nunca se tomaron, su potencial pleno quedó en el imaginario.
Conclusión
Bad Bunny presenta en ‘Debí Tirar Más Fotos’ un trabajo cargado de reflexiones sobre identidad y pérdida, pero a menudo queda atrapado entre la ambición conceptual y una ejecución irregular que diluye su mensaje.

