Review

Destroyer - Dan’s Boogie

Destroyer

2025

8.2


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Un salón sin ventanas, una moqueta gastada, una lámpara suspendida sin luz. No hay nadie en la escena, pero las voces llegan como si ya hubieran hablado antes. ‘Dan’s Boogie’ no comienza con una entrada clara ni propone una narrativa ascendente. Se despliega como quien cae sin resistencia por un túnel de espejos, donde cada reflejo es una posibilidad frustrada de orden. Destroyer publica su decimocuarto trabajo con el desconcierto como materia prima. El título sugiere una fiesta o un movimiento con cadencia rítmica. Pero en lugar de eso, lo que se encuentra es una dislocación interna: frases truncadas, escenas que se interrumpen entre sí, emociones que no llegan a completarse.

Este no es un disco sobre la celebración, sino sobre la imposibilidad de construir un relato coherente desde dentro de la inercia. Destroyer se aferra a la idea del desplazamiento, tanto físico como mental, para construir una música que circula sin descanso entre referencias distorsionadas, frases sueltas dirigidas a nadie y paisajes que se deshacen antes de formar una imagen. La apertura, con ‘The Same Thing as Nothing at All’, establece el método: un patrón que parece buscar una melodía y se queda en su esqueleto, como si la canción estuviera más interesada en el ruido de su propia búsqueda que en llegar a un punto.

En ‘Hydroplaning Off the Edge of the World’, esa sensación de pérdida toma forma explícita. El protagonista lanza palabras al viento, no para encontrar una respuesta, sino para prolongar el acto de hablar. La frase “I whisper, ‘Hey, breeze, where ya going?’” sirve de compás para el conjunto: un intento de seguir en movimiento, aunque sea hablando con algo que no contesta. La producción refuerza esta idea con capas de teclados que simulan una expansión artificial, como si el sonido intentara abrir una vía de escape que nunca se concreta.

Hay momentos en los que el ritmo parece detenerse sin aviso. ‘The Ignoramus of Love’ funciona como una pausa llena de pliegues. Su melodía se estira sobre un fondo casi transparente, donde la voz avanza con torpeza voluntaria, a medio camino entre el canto y el susurro. La insistencia en la palabra ignoramus no funciona como un gesto irónico ni como una burla, sino como una aceptación resignada de un saber sin peso. La canción no se cierra: apenas se disuelve en sí misma.

La colaboración con Fiver en ‘Bologna’ introduce otra textura, más terrestre, más próxima. Pero incluso allí, donde podría haber una estructura más tradicional, Destroyer opta por una disposición fragmentada, una especie de diálogo sin convergencia. El piano y las percusiones marcan un ritmo ajeno al de la voz, como si cada elemento avanzara según su propia lógica, sin la necesidad de coincidir.

El centro gravitacional del disco llega con ‘Cataract Time’. Son ocho minutos en los que se renuncia al vértigo, pero no al extrañamiento. El saxofón se impone como hilo conductor, con frases musicales que parecen conversarse entre sí, mientras la letra introduce imágenes de desplazamiento constante: “Been out on the road too long / Carve yourself out of illusion.” Lo que podría ser una confesión se convierte en una especie de monólogo contemplativo, sin énfasis ni alivio. La música acompaña sin estallar, sumando detalles que no buscan una resolución. Ni clímax ni desenlace: solo un plano sostenido en el que todo ocurre sin urgencia.

El tema homónimo, ‘Dan’s Boogie’, juega con el artificio del título. Hay destellos de teatralidad, guiños a una cierta elegancia deformada, como si se tratara de una parodia íntima del espectáculo. Las líneas vocales aparecen y desaparecen, desplazándose entre sintetizadores que imitan una grandeza gastada. Bejar adopta un personaje que se desdice a cada paso, que afirma para desestabilizar. La frase “sunrise/sunset” no remite a un ciclo natural, sino a un estado sin punto fijo, a un gesto que se repite por inercia.

El cierre con ‘Travel Light’ actúa como un eco que no pretende despedida. Hay una calma engañosa, una falsa intimidad construida sobre la desafección. La grabación capta detalles mínimos: el roce de los dedos sobre el teclado, la respiración entre frases. No hay dramatismo, solo una especie de aceptación de que seguir avanzando es la única dirección posible, aunque no haya un destino.

‘Dan’s Boogie’ no persigue un centro ni plantea una lógica narrativa. Funciona como una serie de desvíos controlados, donde cada pista compite con la anterior por escapar del sentido. Destroyer no propone una escucha lineal, sino un recorrido quebrado, donde la música y la voz comparten un terreno en disputa. El resultado es un álbum que simula el caos con precisión quirúrgica, que se despliega como una coreografía de errores estudiados y escenarios inconclusos. Todo ocurre como si ya hubiera pasado.

Conclusión

En ‘Dan’s Boogie’, Destroyer despliega una secuencia de escenarios desconectados y vertiginosos donde la improvisación estructural esconde un trazo meticuloso, haciendo del descontrol una forma de escritura coreografiada.

8.2
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Álbum

Destroyer - Dan’s Boogie

Artista

Destroyer

Año

2025

Discográfica

Merge

Tratando de escribir casi siempre sobre las cosas que me gustan.